Opinión

El tricentenario de Kant y la guerra perpetua

El mismo año que celebramos el tricentenario del nacimiento del gran filósofo alemán Immanuel Kant, el autor de la “Sobre la Paz Perpetua”, el mundo parece instalado antes bien en “la guerra perpetua”.

Y así tenemos no solo la guerra de Israel contra la población árabe en Gaza y Cisjordania y la de Ucrania y la OTAN frente a la Rusia de Vladimir Putin, sino decenas más de sangrientos conflictos militares en lugares más lejanos y a los que apenas se presta atención.

Conflictos de todo tipo que explican, por ejemplo, las cifras sobre el gasto militar en el mundo que publica en su último informe el Instituto Internacional de Investigaciones sobre la Paz, de Estocolmo.

Según ese instituto, el año pasado, el presupuesto militar de todos los países del planeta alcanzó la cifra récord de 2,44 billones de dólares, un 6.8 por ciento más que el año anterior. A ese gasto contribuyeron sobre todo las dos guerras que más preocupan en este momento a Occidente por el peligro evidente de escalada –Ucrania y Gaza–, pero también las nuevas tensiones entre Israel e Irán y la situación también cada vez más tensa en torno a China y la región del Indo-Pacífico.

Como todos los años, EE UU lideró el gasto militar mundial con 916.000 millones de dólares: el 37 por ciento del total y más del triple que el número dos: la República Popular China.

Los países de la OTAN, pese a representar solo un sexto de los miembros de la ONU, gastaron en total 1,34 billones de dólares: un 55 por ciento del total.

El presupuesto militar creció fuertemente en los dos países actualmente en guerra en Europa: Rusia y Ucrania, este último llegó con el apoyo de la OTAN al 91 por ciento de los 109.00 millones de dólares que la Rusia de Vladimir Putin dedicó a ese capítulo.

En el famoso escrito citado al principio de esta columna, Kant atribuye el origen de los conflictos entre Estados a las ambiciones e intereses de sus gobernantes.

Los ciudadanos, que son los que mueren en todas las guerras –la que llamamos “carne de cañón” – deben estar por el contrario idealmente interesados en la paz.

El derecho a la paz entre Estados corresponde a lo que es para Kant un derecho humano fundamental. De lo cual se desprende un claro “imperativo pacifista” en las relaciones internacionales.

Algo que, por desgracia, se echa cada vez más en falta en una época como esta en la que la diplomacia y la adherencia de unos pocos países a la neutralidad parecen anatema.

¿No se dice ya dispuesto el presidente polaco, Andrzj Duda, a autorizar el estacionamiento de bombas nucleares en su territorio “para fortalecer el flanco oriental de la OTAN” frente a Rusia? ¿A qué extremos de locura estamos llegando?

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