Opinión

Joe Trump o Donald Biden

Indistinguible el presidente demócrata de su predecesor

A juzgar por algunas de sus decisiones en relación con China, es cada vez más difícil distinguir al actual ocupante demócrata de la Casa Blanca, Joe Biden, de su predecesor republicano, Donald Trump.

Para muestra, la anunciada aplicación de aranceles punitivos a muchos productos importados del país asiático, entre ellos los coches eléctricos, las baterías de litio o los semiconductores.

Los primeros estaban ya antes gravados con aranceles de un 25 por ciento, que ahora pasan a un cien por ciento mientras que las baterías de litio, si se importan por separado, estarán gravadas con un 25 en lugar de un 7 por ciento.

La directora del Consejo Económico de la Casa Blanca de Biden, Lael Brainard, justificó esas medidas punitivas por la enorme competencia que representan los automóviles eléctricos chinos, cuya importación creció un 70 por ciento en 2023.

Washington acusa a China de subvencionar su sector del automóvil aunque EE UU tampoco está libre de pecado: su eufemísticamente llamada Ley de Reducción de la Inflación tiene un volumen de 370.000 millones de dólares.

Pero resulta que ni siquiera con esa ley, criticada también su día como proteccionista por Bruselas, son competitivos los automóviles made in USA frente a los fabricados en la República Popular.

Y es lo que ha llevado al Gobierno de Biden a adoptar nuevas medidas que apenas se distinguen de las decididas por su antecesor y de nuevo rival en las próximas presidenciales, Donald Trump.

Pero no es solo en el terreno económico: también en el militar se muestra Biden tan beligerante frente a China en la región del Asia Pacífico como lo fue ya antes el republicano Trump.

El problema para Biden, que heredará Trump en el caso de ganar las presidenciales del próximo noviembre, es que esa subida de aranceles elevará la inflación en EE UU, seguramente la mayor preocupación actual de los ciudadanos.

Gracias a su inferior nivel salarial y al enorme tamaño de su mercado interno, que posibilita una economía de escala, China puede producir a un coste muy inferior al de EE UU y otros países de Occidente lo mismo automóviles eléctricos que paneles solares y otros productos para la lucha contra el cambio climático.

Y si Washington ha decidido aplicar también aranceles punitivos a los semiconductores chinos es por el temor a que Pekín reaccione a la prohibición por EE UU de la exportación a China de semiconductores de última generación inundando el mercado norteamericano con sus chips baratos.

Las últimas medidas punitivas estadounidenses, que a Washington le gustaría que imitaran los europeos, parecen preocupar a la industria alemana del motor, que no solo tiene en China un vastísimo mercado para sus vehículos sino que depende también en buena medida de ese país para muchos de sus componentes.

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