Opinión | Crónica Política

El milagro

Un día cualquiera, de estos que tan agitados transcurren, alguien habrá que entienda que para resolver el problema del alquiler de viviendas y su carestía, no hay otro remedio más eficaz que el de construirlas. Una solución así es mas cara en términos económicos que el mero arrendamiento, pero compensa con la posibilidad de crear mas puestos de trabajo y tratar así de rebajar el daño estructural que el desempleo aporta al equilibrio financiero de este país. Es cierto que habría soluciones mas drásticas, pero casi todas ellas del gusto de la vicepresidenta Díaz, y eso, que se llamaría intervención, no gusta a buena parte de la gente del común en este país.

Para cualquiera que observe con atención intervenir un mercado –en este caso financiero– es un mal sistema. Ni gusta a los propietarios ni tampoco a los aspirantes al alquiler, en este ultimo caso porque no estarán de acuerdo todos en el límite que marquen las administraciones. Puede parecer un argumento banal, pero la vida es como es. De ahí que, siempre en opinión personal, el método sería mas adecuado si se aprobase por consenso, algo que no es previsible en este país ni ahora ni en los próximos años.

En el fondo, lo que late en este asunto es el choque ideológico entre las dos Españas, en este caso la pudiente y la que carece de recursos. Una ideología que, como queda dicho, divide más que fortalece cualquier solución que se plantee desde un punto de vista práctico. Lo razonable parece que ante la realidad, los responsables que hicieron otra ley más que discutible rectificase: pero como eso –rectificar– es cosa de sabios, no parece probable que alimente los cerebros de algunos gobernantes de ahora.

España, y también Galicia, tiene un problema más que agudo, que consiste en no facilitar lo que es imprescindible para combatir por ejemplo la crisis demográfica. Para una buena parte de la población tener vivienda y empleo dignos es tarea imposible de conseguir, y además contribuye como defecto no resolver sino multiplicar los efectos de otras crisis. Y ello, a pesar de las decisiones de parte del Gobierno que confunden el desempleo disfrazado con la auténtica realidad laboral de estos Reinos.

Otro ejemplo puede servir de referencia. Además de las limitaciones al derecho de propiedad que implica la ley citada, más que opinables en estos tiempos, la realidad obligaría a una solución residencial milagrosa: convencer a los dueños de que no lo son, sino peones entre las ideologías que se disputan la prioridad. La provincia de Pontevedra, sin ir mas lejos, es una muestra de cuanto queda dicho: tal y como informo FARO DE VIGO el precio del alquiler de una vivienda aumentó un diez por cien en el ultimo año. Con esa cifra, y esta ley, parece todo dicho. A ver si alguien toma nota de lo que de verdad ocurre.