Opinión | Crónica Política

Las evidencias

Le va a resultar difícil, esta vez, al Gobierno central contestar a la pregunta del BNG acerca de cómo va a cumplir los compromisos que el equipo de Moncloa adquirió a cambio del apoyo nacionalista gallego. Incluían varias promesas, desde las relacionadas con la rebaja de peajes en la AP-9 hasta la puesta en servicio de un sistema de cercanías ferroviarias que tanto necesita el Noroeste. Y ambos, por cierto, afectados de lleno por la prórroga de los presupuestos generales del Estado para este año 2024.

(Conste que la credibilidad del Gobierno en materia de compromisos está bajo mínimos. Sobre todo después de conocerse que el Ministerio de Transportes viese rechazada, por el Tribunal Supremo, su pretensión de que la Xunta pagase las rebajas –relativas– ya establecidas para la autopista. Una peculiar manera de obsequiar a los gallegos y al BNG: hacer que se pague la “generosidad” del Gobierno con cargo a fondos públicos autonómicos. Debe ser, por cierto, un buen sistema para el escaqueo.)

Las evidencias de los efectos negativos para los intereses de Galicia por la prórroga de los presupuestos son bastante mayores de lo que en principio parecen. Y no solo por la “congelación” de las partidas financieras previstas sino por la suspensión sine die de nuevos programas, incluso los ya anunciados. Algunos de ellos, por cierto, de importancia estratégica para este Antiguo Reino. Lo que supone un retraso fundamental para poner en servicio algunos de los proyectos que estaban en las Cuentas previstas para este año.

Se habla de evidencias porque la importancia de los daños de una prórroga presupuestaria es reconocida incluso por el presidente Sánchez. Don Pedro afirmó hace algún tiempo que “un gobierno que no es capaz de aprobar las cuentas debiera convocar elecciones”. Lo afirmó así, como es su costumbre para después matizar que cambió de opinión cuando sus opositores le reclaman que cumpla lo que dijo. Aunque ya es hábito que en Moncloa se aplique lo del refranero: las palabras se las lleva el viento. No parece que eso pueda interpretarse más que como reproche.

Lo que Galicia puede perder en un año está por ver. Pero si se atiende a los precedentes no será poco. La evidencia también indica que la Xunta tendrá que mantener la presión cerca de las decisiones del equipo del señor Sánchez. Seguramente sin efectos positivos, pero lo ocurrido con los presupuestos de 2024 aleja la posibilidad de variar la estrategia de quejas que hasta ahora ha tenido que desarrollar la Xunta. Es una verdadera lástima, pero obligada por el –también evidente– sectarismo de la Administración central.