Opinión

Va de tortillas

Patatas, huevos, aceite y sal. Lo de la cebolla va por parroquias, como el chorizo o la consistencia. Lo que sí reconozco es que las mejores siempre en casa. Es cierto que la memoria gastronómica es traicionera porque sí, podemos presumir de restaurantes, y bares, que bien merecerían una Estrella Michelín por sus elaboraciones tan curradas pero sigo porfiando que de puertas para dentro se encuentran las sublimes. Es más, haciendo repaso mental, tropiezo con aquel pinchito ínfimo que ponía Suso con el café... ¿cuántos años hará? Era como un suspiro crujiente y cremoso, que “¡Re-Dios!”, sabía a gloria; pero por no sé que perverso encantamiento cuando –si me venía arriba– pedía una ración, esta perdía toda su gracia. Pues eso, que nunca tal ocurrió con la de Tía Paquita, siempre espectacular. Veredicto unánime de la familia e invitados. Cada domingo de verano, en la playa, la suya insuperable.

“El día mundial de la tortilla de patatas está arropada por fechas de renombre: el 8-M, el 10-M y el 11-M”

Acabamos de celebrar el día mundial de la tortilla de patatas, arropada por tres efemérides de renombre: el 8-M, el 10-M y el 11-M. El primero de sobra conocido, el segundo menos: ‘Día da Clase Obreira Galega’. Con el tiempo, va perdiendo fuerza el que empezó siendo un recuerdo para Amador y Daniel y, ya puestos, para todos los curritos del país. Y el tercero, pues veinte años de aquel jueves extraño. Increíble. Mentiroso. Aquel jueves que nunca debió de ser, de amanecer. Así que al menos, hemos colado algo de alegría culinaria en el finde; porque desde el incendio de la fábrica de camisas Triangle (New York, 1911) donde murieron un centenar de mujeres hasta aquella mañana del 72, en Ferrol, en la que Amador y Daniel cayeron por los disparos de la Policía Armada, parecen estos primeros de marzo condenados a ser de un muermo color gris.

Así que por ellas, por ellos, también por ti, Paquita, y por los que en Gaza seguirán sin probar bocado (favores que agradecer al Gobierno Israelí), la receta de la insuperable, para cuatro comensales en un domingo de agosto: 1 kilo de patatas, 8 huevos, 1 cebolla, aceite de oliva y sal. Preparación: la noche anterior, pelar las patatas, cortarlas en rodajas finas. Ídem con la cebolla. Juntas dormirán en la nevera. De mañana, lavar las patatas apartando la cebolla (‘spoiler’: el sabor sorprende), secarlas y freírlas en abundante aceite caliente. Batir los huevos añadiendo aquí el punto de sal. Ya fritas, retirarlas y mezclar con el huevo. En la misma sartén, vaciar el aceite dejando apenas una lámina que cubra el fondo. Servirse un vermú, Martini vale. Disfrutarlo. Conversar. Fuego a tope, depositar la mezcla en la sartén humeante y un minuto a cada lado. Degustar, media hora después, a la orilla del mar.

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