Opinión | Crónica Política

La realidad

Parecía posible, pero no previsible. Se refiere, a modo de opinión personal de quien la escribe, a la declaración de la Unión do Povo Galego en relación con los resultados del 18-F. Y es que, lejos de entonar un himno de agradecimiento –aunque parezca exagerado– el sector radical del nacionalismo gallego optó por poner en duda la condición de futura candidata de su hasta ahora Portavoz Nacional Ana Pontón. Se olvida, con ello, el indudable mérito de la aspirante a la Xunta: veinticinco escaños desde los seis de la primera vez, resulta más que admirable, sobre todos si se tienen en cuenta la caída estrepitosa del PSdeG.

(Se cita a los socialistas desde la conciencia clara de que una buena parte de los votos del Bloque procede de la cantera socialdemócrata, pero eso no excluye en modo alguno el valor que tiene haber conseguido que no fueran a la abstención o a cualquier otra sigla. Conste que no se trata de una laudatio para doña Ana, sino simplemente la constatación de un hecho medible. Aparte de que, por cierto, conviene no olvidar que cuando tomó el relevo su señoría llegó a donde está ahora el grupo nacionalista apenas sumaba siete escaños. Hay veces en que las cifras son elocuentes.

Resulta curioso que la UPG califique de “personalista” la campaña de su Portavoz Nacional. Hasta ahora, que se sepa, una Presidencia no se comparte, es personal, aunque no necesariamente personalista. Cosa distinta es que quien aspira a regir Galicia deba y pueda exponer sus ideas, además del programa político correspondiente, que ha de hacerse a partir de los puntos de vista de la organización a la que pertenece. Eso, que es evidente, excluye o contrasta con eso que denuncian los directivos de la UPG y, por tanto, el efecto de ese reproche tiende a ser una especie de queja por no haber conseguido en solitario lo que se pretendía como coalición.

Pero la cuestión va más allá de cuanto queda dicho. Por una razón sencilla: lo que plantea el sector que dicen más poderoso del Bloque es en el fondo lo mismo que en su día provocó buena parte de los motivos por los cuales el profesor Beiras abandonó la organización. Procede recordar que fueron discrepancias doctrinales y además desacuerdo con la idea de “ampliar las bases del nacionalismo gallego”. O sea, prácticamente lo mismo que después de las elecciones y antes del comunicado.

Y es que el asunto de fondo, siempre desde un punto de vista personal, tiene una trascendental importancia: se trata de opiniones contrarias en una misma organización acerca de lo que hay que hacer para llegar al Gobierno gallego en un plano de poder. Esa es la realidad , y a día hoy y con los resultados –y sus interpretaciones– queda claro que no es posible alcanzar la Xunta, desde la izquierda, con un solo partido. Puede que lo sea algún día, pero de momento y salvo catástrofe, es más que improbable. Probablemente. Porque no hay nacionalistas al estilo de la UPG en Galicia a día de hoy, y en consecuencia el Bloque tendrá que convencer a los galleguistas de que no hay peligro para que Galicia mejore pero no cambie sus perspectivas políticas.