Crónica Política

Los mitos

Javier Sánchez de Dios

Javier Sánchez de Dios

Los datos acerca del paro en España están convirtiéndose en un mito, al menos desde un punto de vista particular. Resulta que cuando son positivos no se comparan con ningún otro, o bien con los mejores del pasado para exaltar el mérito –supuesto– de los responsables que en el Gobierno están en ese momento. Cuando son negativos se establece un prodigio de la memoria, tal como es la resurrección de las estadísticas laborales de hace quince, veinte o treinta años. Es decir, se establece una especie de camuflaje en el que se diluyen responsabilidades.

En esa línea, la estadística laboral que se acaba de publicar, además de los efectos de la imaginación del ministerio que comanda la señora Díaz, demuestran el descubrimiento del círculo cuadrado: que es posible hacer un redondel que parezca un rectángulo para distracción de los espectadores. Y es que olvidar que los parados que ahora se dan de alta en la Seguridad Social son en buena parte trabajadores autónomos u otros que, en su gran mayoría, proceden del desempleo, de puestos interinos en la Administración o recién llegados al mercado laboral.

Ocurre que los gobiernos –todos, pero unos mas y otros menos– han encontrado en las estadísticas del Instituto de Empleo una especie de “fuente de la vida eterna”. Se trata de convertir en una posibilidad lo que no es más que una quimera: en España, por desgracia, el paro es un efecto estructural de la economía con la que ahora se trabaja. Por tanto, cuando se establecen cifras que resultan pintorescas solo se puede hablar de propaganda. Depende de para quién, o a quién, resulta rentable políticamente hablando la estadística correspondiente.

O sea, que conviene estar al tanto de los acontecimientos incluso cuando es el Gobierno –este Gobierno, por supuesto y otros antes que él– el que hace la cuentas, porque de vez en cuando tiende a jugar a la remanguillé, para ver si algún ingenuo “pica” y admite los datos como si fueran un dogma recibido de las más altas instancias. Por tanto, si se quiere convencer al publico no quedará más remedio que decir la verdad y buscar que cuadren, bien ajustadas, las cuentas laborales.

A estas alturas, no es posible, o al menos no lo parece, arreglarlo todo a la vez. Por eso, probablemente, lo prioritario sería ir reformando la estructura económica española para conseguir no solo el frenazo del desempleo, sino también para algo tan importante como lo anterior que se llama creación de puestos de trabajo. Sobre todo, porque esa reforma serviría para reintegrar en la sociedad activa a personas tan valiosas como quienes perdieron su empleo alrededor de los cincuenta años, que, por cierto, forman una especie de enorme “batallón de castigo” que no solo no merece ese nombre, sino que, por el contrario, tiene demostrada formación y capacidad. Tiene derecho: incluso hasta soñar con los mitos.