TRIBUNA LIBRE

Impacto psicológico del divorcio en los niños

Sandra Diéguez Hermida*

El divorcio se puede considerar como un fenómeno interrelacional que afectará a todos o casi todos los miembros de la familia, los cuales después de una fragmentación familiar se encuentran inestables en su desarrollo personal. El desafío central, aparte de las repercusiones psicológicas, sería la relación adulto-niño.

La mayoría de los adolescentes y de los niños viven las rupturas junto con sus consecuencias como un periodo de estrés notable dentro de su existencia, siendo el divorcio de los padres el estrés central focalizado durante sus años de crecimiento. Definiendo el estrés como el conjunto de capacidades y medios que utiliza una persona para afrontar algo nuevo en su vida, se puede decir que el divorcio ejerce una fuerza determinante en la actitud del niño o adolescente (principalmente en el momento de la ruptura).

Los hijos pertenecientes a familias divorciadas o en donde los padres se han vuelto a casar con otras personas, tienen un índice de agresividad más alto, tanto en el ámbito familiar como en el escolar. Por otro lado, presentan fases de vacío, depresiones, trastornos en el aprendizaje y problemas a la hora de relacionarse, por lo tanto, necesitarían mayor ayuda psicológica que el resto de niños o adolescentes, asistiendo así a centros de salud mental o incluso a determinados hospitales.

Los niños con una edad más avanzada asumirían tareas que no serían propias de su edad, sacrificándose por uno de los padres y obteniendo una responsabilidad o independencia fuera de su rango. Impulsado por esto, se abarcan en un conflicto de lealtades que surgen a raíz de sentimientos de culpabilidad latentes, sintiéndose en la mayoría de los casos culpables del divorcio.

Para aquellos niños que han vivido con ambos progenitores, este sería el ámbito habitual para desarrollar sus actividades cotidianas, por lo que una vez que esto se rompe, se quiebra la noción que el niño tiene de su realidad, produciendo un alto nivel de estrés al tener que afrontar nuevas rutinas. Algunas de las consecuencias de esta crisis son: posible pérdida de contacto con uno de los padres, intensas reacciones emocionales, preocupación y miedo de ser abandonados, sentimiento de culpa y tristeza, inseguridad, desconfianza, poco interés en ciertas actividades, aumento de problemas conductuales, desmotivación en el colegio, quejas psicosomáticas, etc.

Las funciones psicológicas que tienen que enfrentar los niños debido al divorcio son: comprender lo que la separación implica y cuáles son las transformaciones que tendrán que asumir, la retirada de los hijos del problema, la pérdida de la percepción y de la familia intacta, entender la ausencia de uno de los padres en la cotidianidad del hogar, trabajar los sentimientos de culpa, aceptar una separación permanente...

Los niños recuerdan aspectos importantes de la convivencia familiar previa, los cuales les hacen sospechar de una posible separación y, aún así, no desaparece la reacción de sorpresa ni el impacto cuando los padres les dan la noticia. Algo fundamental sería que los niños recibiesen información honesta y esperanzadora por parte de la gente adulta como por ejemplo el régimen de visitas, en donde estará el padre una vez que abandone el domicilio, etc. De esta forma, los hijos se sentirán más aliviados si se les garantiza una continuidad del vínculo con el padre.

Otro factor que afectaría a esta experiencia sería el registro de peleas y de conflictos, incluso después de la separación. Estos problemas hacen más difícil el proceso de aceptación y de asimilación del niño al nuevo contexto familiar. Como resultado, éste piensa que su dolor no ha servido para nada, ya que tuvo que pasar por esta crisis sin observar ningún tipo de cambio en la convivencia familiar, estableciéndose así una experiencia negativa.

Las redes de apoyo (vínculos con los hermanos mayores, abuelos, profesores y compañeros) servirían como un recurso protector. Esta relación se convierte en un referente para estimular a los niños a superar la crisis. El altruismo que se aprecia en ellos es algo maravilloso que surge de la empatía de haber vivido el sufrimiento y el dolor.

*Miembro de la familia Torreiro de Ventosa (Agolada) y estudiante de Psicología y Criminología en la Universidad Isabel I de Castilla