Sol y sombra

¿Resiste Ábalos?

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

José Luis Ábalos se aferró al famoso manual del resistente de su exjefe para mantener el aforamiento y proseguir en el Grupo Mixto antes de renunciar a su escaño en el Congreso. Hay más trasfondo dramático que verdad en todo ello, teniendo en cuenta que es el propio Ábalos el que dice que no tiene nada de qué protegerse puesto que de nada se le acusa, aunque cada día lluevan revelaciones sobre la implicación del exministro en el supuesto cobro ilegal de las comisiones por la compra pública de mascarillas durante la pandemia. ¿Qué teme Ábalos? ¿Qué no teme Sánchez, el político que le confió el control del partido? Se irá sabiendo.

Puede que desde hace tiempo y por debajo se hayan estado moviendo las aguas que ahora rompen los diques al difundirse públicamente los detalles del caso Koldo. Es posible que el ultimátum de 24 horas de Sánchez al que fuera su persona de mayor confianza sea el resultado de una infructuosa presión desde hace más tiempo del que presumimos o incluso un acuerdo encubierto ante la negativa de Ábalos de devolver el acta de diputado. Te quedas, mantienes la condición de aforado, pero permites que el partido escenifique la acción ejemplar de expulsar a un sospechoso corrupto. No a un corrupto a secas, como quiere dar a entender el nuevo titular de Transportes, Óscar Puente, uno de los socialistas que seguramente han rondado en la cabeza del defenestrado al referirse a la falta de compañerismo dentro del partido. Puente, es cuestión de tiempo, hará bueno a cualquiera.

La comparecencia de Ábalos fue la de un hombre confundido. Habló de defender su honorabilidad y al mismo tiempo repitió que no se le acusa de nada. ¿En qué quedamos? Pero él sabe que su mano derecha hizo fortuna con la posición que detentaba en una crisis de la salud sin precedentes y que él mismo era el hombre del presidente, que ahora le trata como un apestado.

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