Odio, violación, terrorismo

Javier Cuervo

Javier Cuervo

Cada vez que algo menor es definido como odio, violación o terrorismo se atenúa la verdadera importancia que deberíamos dar a estas tres cosas. Cuando el PSOE aprovecha la existencia del delito de odio para denunciar la grotesca piñata de los desaforados de Nochevieja en la calle Ferraz, como si golpear un monigote burlesco y zafio del presidente del Gobierno del que se discrepa fuera igual que golpear a Pedro Sánchez, está siendo frívolo con la gente que sufre consecuencias ciertas del odio.

A Mariló Montero un par de paparazzi le sacaron unas fotografías en topless y se lucraron con ello. Los ha llevado a juicio. Se entienden su malestar y su enfado, aun siendo una persona pública, pero cuando dice que “se sintió violada” no está siento respetuosa con el miedo, el dolor y la vejación de las mujeres verdaderamente violadas. En la mentalidad actual los sentimientos son tan indiscutibles que sustituyen a los hechos, pero es bueno distinguir lo metafórico de lo real, el uso sopesado de la expresión de la hipérbole. Es cómodo sentarse en el sofá de sentir mucho a reclamar la empatía de las visitas, pero se tiene poca cuando se aligera el daño que sufren otros equiparándolo a unas molestias propias.

Nos tocó un siglo XX no muy sensible al terrorismo y nos toca un XXI hiperestésico, en el que los estímulos, incluso los de baja intensidad, se perciben de forma anormalmente intensa. Vimos a George Bush jr. abaratar el uso del término terrorismo y a Aznar, que lo sufrió en grado de tentativa, convertirlo en moneda ideológica. Y todos detrás porque levantar un dedo para matizar era calificado como complicidad con los asesinos. Nos hemos quedado con esas unánimes rotundidades para todo, en beneficio del maniqueísmo y de la brutalidad intelectual de la polarización. Ahora mismo, para evitar una amnistía que es muy cuestionable gracia injusta, conviene “el terrorismo” y se abre un debate de si es bueno, malo, alto o bajo, que no distingue entre prender fuego a una persona y pegar un tiro en la nuca a un contenedor. Vamos muy bien.

Suscríbete para seguir leyendo