Fuertes tensiones entre la cúpula política y militar de Ucrania

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

El desarrollo de la guerra de Ucrania contra la Rusia invasora, muy desfavorable últimamente para Kiev, está alimentando fuertes tensiones entre el Gobierno y la cúpula militar.

Desde hace días se habla del plan del presidente Volodímir Zelenski de deshacerse del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Valeri Zaluzhni, por sus últimos fracasos, entre ellos la pérdida de la fortificada ciudad de Avdiivka y la amenaza que pende ahora sobre Kupiansk.

El sustituto, según medios occidentales, podría ser Kirilo Budánov, jefe de los servicios de inteligencia militar y exmiembro de las Fuerzas Especiales, quien, a diferencia de Zaluzhni carece de experiencia en el mando de tropas.

Su especialidad son las actividades clandestinas para desestabilizar al enemigo, por lo que existe la sospecha de que, perdida como parece la guerra en el frente de batalla, Ucrania podría cambiar de estrategia y llevar a cabo acciones de carácter terrorista tanto en el territorio ucraniano ocupado por Rusia como en el interior de este país.

Acciones contra objetivos civiles para sembrar el pánico entre la población como el último ataque de la artillería ucraniana contra un mercado de fin de semana en la ciudad de Donestsk, que causó 25 muertos y un número también importante de heridos.

Es por supuesto mucho más fácil golpear blancos civiles en zonas concurridas de cualquier ciudad que intentar atacar objetivos militares, que están mucho mejor defendidos y resultan por lo tanto más peligrosos para el atacante.

El propio Budánov, que ha sobrevivido a diez intentos de asesinato, concedió recientemente una entrevista al diario británico ‘Financial Times’ en la que hablaba de su “gusto por la oscuridad” al tiempo que se refería despectivamente al poder militar de la Rusia de Vladimir Putin, calificándola de simple “pompa de jabón”.

“Ucrania podría cambiar de estrategia y llevar a cabo acciones terroristas tanto en el territorio ucraniano ocupado por Rusia como en el interior de este país”

Su capacidad de predicción es, sin embargo, más bien discutible ya que hace un año pronosticó que las Fuerzas Armadas ucranianas, reforzadas por las exitosas contraofensivas de 2022, avanzarían hasta la península de Crimea, algo que no ha ocurrido ni parece que vaya a suceder.

Mientras tanto crece el descontento con el propio Zelenski en la capital del país, y así su popular alcalde, Vitali Klichkó, ha arremetido contra el presidente, al que culpa de llevar a Ucrania al “autoritarismo”.

Klichkó le acusa de “abusar de la ley marcial” para sustituir a políticos municipales elegidos por los ciudadanos por funcionarios de su entera confianza y de no prestar atención alguna a la persecución de que son objeto los periodistas ucranianos críticos con su gestión.

“Lo que vemos ahora no suena a democracia, sino que arroja un tufo autoritario”, critica Klichkó, cuyas diferencias con Zelenski no son nuevas.

Klichkó es uno de los pocos políticos que quedan de los tiempos del presidente Petró Poroshenko y fue el primero en admitir en público que Ucrania estaba perdiendo la guerra y reconocer el estrepitoso fracaso de la tan cacareada contraofensiva.

Lo que Klichkó denuncia ahora sobre el autoritarismo de Zelenski no es una novedad: aunque políticos y medios occidentales sigan hablando de Ucrania como una democracia, en fuerte contraste con la Rusia autoritaria de Putin, la realidad es muy otra.

El Gobierno de Kiev ha prohibido partidos y medios de comunicación críticos con su gestión, tachándolos de prorrusos, encarcelado a disidentes y vedado las actividades de la Iglesia ortodoxa ucraniana obediente al patriarcado de Moscú.

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