CALEIDOSCOPIO

Estar y no estar

Julio Llamazares

Julio Llamazares

Dice la joven filósofa Ana Carrasco Conde, reciente ganadora del Premio de Ensayo Eugenio Trías, que estar con el móvil permanentemente al lado es una forma de no estar presente. “No estás con la persona con la que estás, no estás aquí. Va a parecer que soy tecnófoba, pero creo que es distinto disfrutar de un concierto mirando a los músicos que estar con el móvil en medio. Tenemos esta obsesión por dejarlo todo grabado, ¿no será mejor tenerlo todo incorporado en tu memoria?”, se pregunta Ana Carrasco en una entrevista para ‘El País’ antes de añadir: “Hemos reducido al mínimo el contacto personal, la comunidad, porque estamos cada vez más atomizados. Allí donde había personas de carne y hueso que te podían escuchar o no, que te enseñaban a dialogar, ahora hay redes sociales. Se construye entonces la propia subjetividad en torno a imágenes falsas de personas que lo que hacen es fomentar tus miedos o tu dogmatismo”.

Tampoco yo quiero parecer tecnófobo pero una mirada a mi alrededor me basta para entender que la humanidad hemos mutado como especie merced a ese pequeño objeto que nos acompaña como una nueva alma allí donde vamos y que suplanta a la verdadera, reducida a una concepción teológica. Hoy nuestra alma está registrada en nuestro teléfono móvil, por lo que, si perdemos este, nos quedamos sin espíritu. Antes, la gente se ensimismaba pensando en algo que estaba lejos, pero ahora lo hacemos mirando ese aparato que nos pone en contacto con el mundo al tiempo que nos separa de la realidad en la que vivimos. Con la tecnología Babia ya no es una entelequia, Babia es la auténtica realidad por encima de la que percibimos.

“Hoy nuestra alma está registrada en nuestro teléfono móvil, por lo que, si perdemos este, nos quedamos sin espíritu”

La constatación de que esto es así y de que las consecuencias de esa mutación cultural están afectando a todo, desde las relaciones sociales a la capacidad de concentración de cada individuo, está provocando una serie de manifestaciones como las de la filósofa Ana Carrasco Conde (ninguna vejestoria: tiene 44 años) que avisan de la deriva que como especie estamos tomando de un tiempo para acá y que amenaza con convertirnos en seres autistas por más que consideremos que la hipercomunicación tecnológica nos sitúa en el centro del universo; una deriva cada vez más palpable alrededor nuestro pero también en nosotros mismos aunque creamos que somos excepciones. Que el teléfono móvil es ya nuestra realidad primera, esa que nos acerca a lo que está lejos mientras que nos aleja de lo que tenemos próximo, es algo que nos sucede prácticamente a todos los que vivimos en este mundo tan interconectado como irreal.

¿La solución es salirnos de él? Es evidente que no, entre otras razones porque no es posible. Hoy día ya nada podemos hacer fuera del mundo tecnológico salvo que uno decida vivir al margen de todo. Pero lo que sí podemos hacer es tomar conciencia de lo que este mundo tecnológico supone y tratar de controlar sus consecuencias, especialmente esas que actúan en contra de nuestra felicidad e identidad, dos situaciones que vienen a ser la misma. Subsumiéndonos en la irrealidad virtual no somos más felices, al revés, del mismo modo en que ensimismándonos en el teléfono móvil no dejamos de estar en el lugar en el que estamos o que ausentándonos mentalmente gracias a las tecnologías no dejamos de pertenecer al mundo real, ese que, al final de todo, seguirá girando como nosotros con él. Por más que consideremos que la realidad puede transformarse con un teléfono móvil siempre nos esperará ahí afuera cuando lo dejemos por unos segundos antes de volver a él.

*Escritor y guionista

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