el correo americano

Demonios

Xabier Fole

Xabier Fole

Han proliferado los clubes satánicos en las escuelas públicas de Estados Unidos. Este titular puede parecer extraño. Sugiere que ha aumentado el número de adoradores del diablo. O que las instalaciones de las instituciones educativas son utilizadas para realizar en ellas rituales de magia negra. O que el asunto demoníaco se ha convertido, por razones confusas, en una actividad extracurricular muy popular. Pero la noticia es engañosa. En la mayoría de estos clubes no se hace proselitismo de ningún tipo ni se discute acerca de la llegada del Anticristo; se habla de ciencia, se promueve el pensamiento crítico y se organizan proyectos comunitarios. Es una respuesta provocadora a una jurisprudencia.

En 2023, una escuela primaria de Pensilvania no permitió que un club del Templo Satánico celebrara una reunión. Una corte federal advirtió a la escuela, sin embargo, que no podía prohibir tal cosa, pues permitían las reuniones de otros clubes; sus instalaciones se habían convertido, de ese modo, en un foro público. Por lo tanto, excluir a uno de ellos por sus creencias religiosas constituía una violación de la Primera Enmienda, que protege el derecho a la libertad de expresión. Adam Laats, profesor de Historia y Educación en la Universidad de Binghamton (Nueva York), asegura en un artículo publicado en ‘The New Republic’ que los culpables del auge de este jocoso satanismo son los jueces conservadores del Tribunal Supremo.

En 2001, se presentó el caso Good News Club v. Milford Central School. Una asociación cristiana quería organizar unas actividades en un colegio de Nueva York. El distrito lo prohibió alegando que una la ley estatal impide el uso de los edificios públicos por parte de las organizaciones religiosas. Pero el Tribunal Supremo falló a favor del club (6-3). Clarence Thomas, en su defensa de la mayoría, argumentó que, aunque la Constitución establece la separación entre la iglesia y el estado, la escuela no podía impedir que el club ejerciera uno de los derechos fundamentales. Milford, concluía Thomas, al denegar el acceso a este club por su naturaleza religiosa, estaba discriminándolo por sus creencias.

“Los clubes satánicos tienen el mismo derecho que otros clubes religiosos a realizar sus actividades en espacios públicos [de EE UU]”

El Supremo, desde entonces, continuó emitiendo sentencias favoreciendo a quienes desean introducir las prácticas religiosas (cristianas) en el ámbito público. Los conservadores, según Laats, celebraron estas decisiones como unas pequeñas victorias de la guerra cultural. Pero tuvieron que enfrentarse con unos efectos imprevistos. Y es que el Gobierno no puede decantarse por ninguna religión en concreto. Los clubes satánicos, de ese modo, tienen el mismo derecho que otros clubes religiosos a realizar sus actividades en esos espacios. Ahora protestan porque entienden que la escuela pública, al darles el permiso, apoya implícitamente a los seguidores del diablo. ¿Quieren decir entonces que también apoyan a los cristianos?

Muchos se sienten indignados y han firmado peticiones para que los colegios no permitan este “adoctrinamiento”. ¿Quieren decir entonces que los clubes cristianos utilizan este espacio público para adoctrinar a los estudiantes? Los conservadores están furiosos (un candidato republicano le cortó la cabeza a una de las estatuas del Templo Satánico). Pero las escuelas no pueden elegir entre dios y el diablo; ambos gozan del mismo derecho constitucional. Es que algunos defendían la libertad de expresión para que solo pudieran hablar ellos y hablaban de religión pero querían decir cristianismo. Un clásico. Luego se les cuela Lucifer en la sala pidiendo la palabra y se llevan las manos a la cabeza. ¡Escándalo, aquí se adoctrina! La justicia, a veces, también es poética (y diabólica).