MÁS ALLÁ DEL GUETO CRONOLÓGICO

La vacuna contra el edadismo

Sede de la ONU en Nueva York.  / M. Campbell

Sede de la ONU en Nueva York. / M. Campbell / Xaime Fandiño

Xaime Fandiño

Xaime Fandiño

El edadismo es una discriminación que afecta a la sociedad de modo transversal sin tener en cuenta la cronología de los individuos. En el documento del Informe Mundial contra el Edadismo de la ONU –coordinado por la médico y antropóloga gallega Vânia de la Fuente– se señala que este estigma etario aparece a edades muy tempranas. Prácticamente cuando aún estamos en la guardería. Es decir, el edadismo no es una cosa que aflora sobre todo en la vejez, como se nos sugiere en las definiciones de los diccionarios de la RAE y de la RAG. En estas dos publicaciones sobre el uso la lengua, aparece una coletilla que hace referencia directa a la senectud de los individuos como sujeto de esta discriminación. Por contra, el diccionario de la lengua portuguesa ha sido, podríamos decir que más cauteloso a la hora de plasmar la acepción de la palabra idadismo. Así, en la definición lusa, no aparece ningún término que haga referencia a la vejez o la ancianidad. La redacción es pulcra, corta y directa: “atitude de discriminação e preconceito com base na idade”. Así de simple. No utiliza ninguna coletilla como lo hace la RAE: “...especialmente de las personas mayores o ancianas” o la RAG: “...especialmente cando esta se produce contra as persoas maiores”. Al incluir en estos dos diccionarios una referencia tan clara a una cronología específica de los individuos, a pesar de que en el Informe Mundial contra el Edadismo de la ONU aparece señalado que el edadismo en Europa es más acusado en otras edades que en la vejez, puede que estamos ante una redacción que en el fondo se pueda catalogar como un poco edadista ya que, aunque tenga una connotación intencional de discriminación positiva, hace referencia explícita al momento cronológico de la vida de algunos ciudadanos, cuando se ignoran otras que en teoría, según el informe citado, son más proclives a padecer una discriminación etaria.

Si bien, llevamos muchos años concienciados sobre la discriminación que producen ismos como el racismo o el sexismo, el ismo de la edad: el edadismo, es algo nuevo y estamos todavía comenzando a conceptualizarlo y a asimilarlo. De hecho su inclusión en nuestros diccionarios ha tenido lugar a finales del 2022. O sea, ayer. Que aparezca en nuestros diccionarios la palabra, aunque tenga ese matiz de referencia a una cronología concreta, es ya un éxito porque si el término no está en el libro que recoge y explica las voces de nuestro idioma, es simplemente teoría y, aunque se use, parece que no existe. Edadismo viene del vocablo ageism, término anglófono que dio lugar a nuestra palabra y que fue acuñado en 1968 por el psiquiatra norteamericano Rober Butler.

Dado que el edadismo, es decir la discriminación por edad, se da en todas las capas sociales y en cualquier momento de la cronología de los individuos, es necesario y urgente desarrollar una estrategia global para desterrar este ismo, por otro lado demasiado incongruente ya que los seres humanos en función de la longevidad de cada cual, transitamos, sin excepción, por todos los momentos etarios y podemos ser sujetos de una discriminación edadista en la niñez, la pubertad, la juventud, la adultez, la vejez o la ancianidad. Es decir, en cualquier momento del tránsito vital, por lo tanto es difícil de entender que alguien pueda ser edadista, porque tarde o temprano le puede llegar su turno.

Entonces, ¿cuál es la estrategía para atacar el edadismo? El informe mundial de la ONU del que venimos hablando recomienda tres ámbitos de acción: las políticas con base legislativa, la formación y la intergeneracionalidad. Dado que los dos primeros precisan para su desarrollo una implicación administrativa importante, me voy a centrar en el último parámetro: la intergeneracionalidad.

Vivir intergeneracional en todos los momentos de la existencia no es demasiado fácil, sobre todo cuando se llega a la etapa post-jubilar. A partir del momento en el que se recibe el finiquito laboral, se pierde la relación con muchas personas de diferentes cronologías que formaban parte del día a día en el trabajo. Por ello, en ese preciso momento de la jubilación, muchas personas reciben de forma simultánea una especie de finiquito social viéndose abocadas a vivir un gueto cronológico, definido por relaciones únicamente con familiares y personas de su edad. De este modo los individuos pierden los inputs con personas de otras generaciones y quedan recluidos a una especie de apartheid etario donde la intergeneracionalidad brilla por su ausencia.

En este escenario tan crudo y no por ello poco habitual, nuestra tesis es que la intergeneracionalidad se revela como la auténtica vacuna contra el edadismo. Es muy difícil, cuando no imposible, llegar a ser edadista si las personas conviven de forma simbiótica y biunívoca, de tú a tú, con individuos de otra cronología. Es más, cuando se inocula la vacuna de la intergeneracionalidad, desaparecen sintomatologías adversas y colaterales como por ejemplo la soledad no deseada.

Si bien las políticas y la formación se revelan como tratamientos preventivos, la intergeneracionalidad efectiva, activa y sostenida en el tiempo, como plan vital de la ciudadanía, –no la armada únicamente para eventos propagandísticos puntuales– será, si lo conseguimos, la solución a muchos de nuestros males, porque ese ecosistema intergeneracional puede convertirse en la esperanza que nos conduzca a lograr un futuro más colaborativo e integrador en nuestra sociedad.

http://www.xaimefandino.com

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