Descenso alarmante en el consumo de pescado

Leo que el consumo de productos de la pesca y la acuicultura ha descendido de una manera alarmante en los últimos años. Al parecer, el consumo actual ha descendido en España hasta unos 18,5 kilos por persona y año mientras que en 2014, hace menos de diez años, era de unos 27 kilos por persona y año. Si son ciertas estas estimaciones, el descenso es realmente llamativo. Una caída del orden de un 30 % en diez años. Una enormidad.

Esto me parece muy preocupante. Por dos razones. La primera, por una cuestión de salud. El pescado es sano. Los efectos positivos de su consumo en la salud están muy bien estudiados y se conocen muy bien. El pescado es más sano que otros alimentos por los que se le sustituye en las dietas. De esta manera, posiblemente se esté produciendo un deterioro en la calidad alimenticia del español medio y consecuentemente en su salud. Es decir, el descenso del consumo de pescado puede tener efectos negativos en la salud de la población española. Esto es muy serio.

La segunda razón es socioeconómica, ya que el descenso de su consumo afecta a la economía y el empleo de las regiones altamente dependientes de la pesca como lo son casi todas las zonas costeras de España, pero muy especialmente las de Galicia. Si desciende el consumo de los productos de la pesca y la acuicultura, el entramado económico y social de Galicia se resentirá de una manera muy notable.

Me parece evidente que es necesario hacer un estudio profundo de por qué se está produciendo este fuerte descenso del consumo del conjunto de productos de origen marino. Seguramente hay más de una razón. Yo, como todo el mundo he oído comentar varias, pero no sé si el problema está suficientemente estudiado. Por eso, creo que se debe hacer un análisis serio y profundo para entender este cambio de hábitos que lleva a consumir menos pescado. Y, a la vista de sus resultados, tomar las medidas necesarias para intentar revertir la tendencia.

Si estamos convencidos de que el consumo de pescado es beneficioso para la salud, el descenso de su consumo se convierte en una cuestión de salud pública y, en consecuencia, en una cuestión de Estado que los gobiernos, tanto estatal como los autonómicos, no pueden dejar de lado. Tienen que conocerlo bien, entenderlo y gestionarlo adecuadamente.

Si la pesca y la acuicultura son una parte fundamental de nuestro entramado socioeconómico, tenemos que actuar antes de que sea demasiado tarde.

Sé perfectamente que no es fácil. Y que seguramente será necesaria una fuerte inversión para revertir la situación. Pero cuando se habla de salud y de una actividad económica tan seria y arraigada y que genera tanto empleo, directo e indirecto, creo es imprescindible intentarlo.

*Instituto de Estudios Vigueses