Parece una tontería

Anuncio por palabras

Juan Tallón

Juan Tallón

Llevaba un año pensando en reaccionar a un anuncio que aparece en cierto periódico desde hace mucho tiempo y que me provoca una enorme curiosidad. De hecho, no solo curiosidad, sino también inquietud, hormigueo, miedo. Apenas ocupa unos pocos centímetros de la página, pero a fuerza de repetirse, casi día tras día, a mí me parece ya monumental. Algunas mañanas consulto el diario excitado solo por el afán de darme de bruces contra él y seguir asombrándome. El anuncio va variando y en unas épocas “Se precisa cocinero”, en otras “Se precisa matrimonio guardés”, en otras “Se precisa mozo de comedor”, y cosas por el estilo. Y vuelta a empezar. En todas las circunstancias, se requiere “experiencia demostrable”.

"Pasan los meses, sin que el anunciante encuentre a las personas que busca. A menos que no busquen a nadie y que el propósito sea otro distinto"

Y así pasan los meses, sin que el anunciante encuentre, al parecer, a las personas que busca. A menos que, en realidad, no busquen a nadie y que el propósito del anuncio sea otro distinto. Esta semana lo hablé con una amiga a la que el aviso también trae de cabeza, y concluimos que el objetivo del anunciante no es dar con el empleado ideal, sino deleitarse en el placer de gastar el dinero que cuesta el anuncio, gastar por gastar, impenetrablemente.

Pero, como digo, venía dando vueltas a la idea de contactar con el anunciante, escribirle un mail, enviarle un currículum que, previamente, habría falsificado, a ver qué pasaba. Esta semana tomé nota del teléfono de contacto y el martes llamé para preguntar por el puesto de matrimonio guardés. Respondieron al segundo tono. Me postulé para el puesto y empezaron a preguntarme la edad, la edad de mi mujer, cuánto tiempo llevábamos casados, si podría enviarle el libro de familia, las referencias… Y ahí me derrumbé. Me entró el pánico al imaginar que nos daban el puesto de guardeses, y que no quedaba elegante volverse atrás, y que tendríamos que irnos a vivir al quinto pino, y hacer una mudanza, y a lo mejor vivir una historia de terror en la casa, y quién sabe si al poco divorciados. Hice como que no tenía cobertura y colgué cobardemente.

Suscríbete para seguir leyendo