Billete de vuelta

Defunción y entierro del 15-M

Francisco García

Francisco García

El 28-M sepultó al 15-M y es más que probable que el 23-J le haga llegar por correo certificado el cheque del finiquito y lo devuelva al desempleo, por mucho que julio se antoje mal mes para medir el desencanto de la ciudadanía si el que manda obligue a elegir entre el camino de casa al colegio electoral y la senda de arena que conduce en chanclas al chiringuito playero.

Lo que quede de ese empeño revolucionario ya no será lo mismo sin Pablo Iglesias, Irene Montero y Echenique, cuya retina retiene la mirada triste de lo que fue Vistalegre. A hierro mueren de acero frío quienes blandieron sin piedad la espada flamígera.

Los hábitos más crueles de cierto estalinismo acaban de reproducirse en la creación del partido de Yolanda Díaz, cuya aritmética empieza a sumar restando, a sabiendas que a la cuenta de resultados de unas elecciones tan prematuras no le convienen activos tóxicos. La que fue ungida a dedo por el agitador mediático que iba a tomar el cielo por asalto sin permiso de San Pedro y acabó en el purgatorio de las almas en pena, acaba de firmar la sentencia que manda a la guillotina a la amante de Robespierre y a su cochero, que no llegarán políticamente con vida a su republicano Termidor. Han caído a la vez y de un solo mandoble la empecinada de Madrid y Agustino de Aragón.

Sin pestañear, sin asomo de piedad alguno, la comunista que no es de Podemos ni de IU va a fagocitar cualquier rastro de vida política que perviva a la izquierda del PSOE, aunque se trate en algunos casos de microorganismos irrelevantes. Que se ande Sánchez con cuidado, que la apretada pinza gallega por uno y otro costado le puede orillar a una batea de mejillones en la ría de Arousa, haciendo que parezca un accidente.

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