Una de cada tres

Concepción Campos Acuña*

Concepción Campos Acuña*

Un tercio. Esa es la proporción que, aproximadamente, ocupan las mujeres en los puestos directivos y de liderazgo, curioso, porque se trata de una cifra muy similar tanto en el sector público como en el sector privado. Sin embargo, las mujeres somos más de la mitad de la población, con presencia en absolutamente todos los ámbitos, y en el sector público prácticamente llegamos al 60%. Entonces, ¿por qué no ocupamos en iguales condiciones los puestos de responsabilidad?

Síndrome de la impostora, responsabilidades familiares (no cargas), el mundo de los cuidados, las causas son muchas, pero la responsabilidad última es de los poderes públicos, que deben promover las condiciones para que exista una igualdad real que permita romper los techos de cristal. Un testimonio de lo que sigue sucediendo en pleno S XXI: “Perdí una oportunidad de ascenso, porque al reincorporarme, según ellos, no estaba centrada al 100% por ser madre”. Esa es tan sólo una de las terribles afirmaciones que se recoge en el informe “El coste de la conciliación”, del Club de Malasmadres y la asociación Yo No Renuncio.

Y es que el tema de la conciliación es un tema muy, muy relevante para garantizar la igualdad, también en los puestos directivos. El informe concluye, entre otras cuestiones, que el 64% de las mujeres con familia ha asumido algún coste laboral, ya sea reduciendo su jornada, cogiendo excedencia, rechazando empleos por sus horarios o abandonando el mercado laboral. Y el 57% de ellas ha asumido esta pérdida de ingresos para poder ejercer el trabajo doméstico familiar.

Otro dato. Según la EPA del último trimestre de 2022, en el sector público desempeñan su trabajo en jornada parcial un 74%, a la inversa, tan sólo una cuarta parte de las personas ocupadas a tiempo parcial, corresponde a los hombres. Y si nos vamos a la información general de ocupados a tiempo parcial por el cuidado de personas dependientes (en miles) los hombres son 16,1, en el caso de las mujeres, 340,8. Abrumador.

Habrá quien diga que no. Que la brecha de género es cosa del pasado, y más en el sector público, dondo no hay discriminación posible. Lamento decir que sí, que la hay. Hay brecha salarial (en la Administración del Estado según las fuentes el III Plan de Igualdad de un 5,2%), mayor precariedad, dificultades para acceder a puestos directivos a través de procedimientos profesionales y transparentes, entre otros déficits de igualdad, sobre todo por la cúpula.

Un vistazo al Consejo General del Poder Judicial, a las Presidencias de Sala del Tribunal Supremo, Audiencia Nacional, Tribunales Superiores de Justicia, Audiencias Provinciales, basta para darse cuenta. Por la base superamos de lejos el 50% de miembros de la carrera judicial, pero a medida que sube el escalafón, las mujeres empezamos a desaparecer. Igual sucede en el ámbito de la educación universitaria, una mirada a la Conferencia de Rectores (CRUE) y de nuevo sale una fotografía que no encaja en la proporción de mujeres con presencia en este ámbito. La presencia de mujeres en puestos de dirección y liderazgo, en todos los ámbitos, no debería ser más que el reflejo de la sociedad.

Por eso son tan importantes los datos, porque arrojan evidencias a los negacionistas, existe brecha de género, también en el sector público y sobre todo en los niveles directivos. Porque esta afirmación en muchos casos, obtiene respuestas del tipo que si las mujeres no llegamos es porque no queremos, porque no estamos dispuestas a sacrificarnos. Y puede ser (...), no estamos dispuestas a adaptarnos a los horarios de los “jefes”, a las interminables comidas de trabajo, partidos de pádel y otros tipos de networking. Eso no es dirección, no es liderazgo. Porque queremos otro liderazgo, uno en el que las políticas públicas (todas) se planteen con perspectiva de género y se incluya a toda la sociedad. Y para éso debemos pasar de un tercio a la mitad.

*Doctora en Derecho y Codirectora de Red Localis

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