Crónica Política

Y ahora, ¿qué...?

Javier Sánchez de Dios

Javier Sánchez de Dios

Va a resultar extremadamente difícil, incluso para los habituales tiralevitas del establishment, explicar a los/as gallegos/as que la Unión Europea proclama como, si no innecesario, al menos aplazable sine die el remate sur del AVE Atlántico. Una decisión extraordinariamente dañina para el Noroeste y también para Portugal, aunque este país siempre puede aceptar la idea del Gobierno de Madrid de enlazar Lisboa con la capital de España pasando por Extremadura, y rematar el proyecto hacia el norte en Viana do Castelo desde, por ejemplo, Oporto. Así se ahorraría un buen puñado de dinero, tanto Bruselas como la el gabinete del señor Costa.

(Un equipo que, a diferencia de otros, sabe lo que se hace, incluso presionar cuando hace falta a quien sea necesario –y con eficacia– porque para la Unión ha de ser mucho más fiable el equipo del presidente lusitano, socialdemócrata cien por cien, a su vecino don Pedro Sánchez, mezcla desigual en la que tienen presencia –único caso en la democracia europea– comunistas discípulos de Stalin y simpatizantes del antiguo jefe del KGB y actual autócrata ruso Putin. “Detalle” este que se supone cuenta a la hora de que la UE fije prioridades y que en ellas apenas aparezca España, y menos Galicia. Y ha de quedar constancia de la existencia de más razones.

Una de ellas, y no la menor, es el perfil del equipo del señor Sánchez, además de sus políticas en materia económica, en asuntos como la independencia judicial e incluso sus recientes cambios en asuntos penales, desde el indulto a delincuentes separatistas como a corruptos probados y condenados pasando por los abusos sexuales con rebaja de penas por obra y gracia de unos antisistema cuyo chantaje permanente es aceptado por Pedro. Todo ello genera desconfianza en la cúpula de la Unión, y además elimina cualquier posible influencia ante los socios para que apoyen los proyectos que Moncloa remita).

En este punto procede insistir en el –opinable, eso sí– relativo interés europeo hacia los asuntos españoles y afirmar que tiene cierta lógica en ese marco el hecho de que hoy por hoy lo gallego no cuenta para Moncloa, y que pase lo mismo con Bruselas. Pero hay que hacer constar que la decisión que se comenta de la UE, además de injusta y lesiva, se suma a algunas otras tomadas con respecto a Galicia. Que, por cierto, podrían también suponer no ya la citada desconfianza para con la coalición PSOE-Unidas Podemos, sino la puesta en cuestión de los datos que se envían desde Madrid en la defensa de intereses españoles con incidencia en esta tierra. Porque, desde la pesca a las inspecciones –comunes a todos los países, pero no con el aparente resultado de las que se acaban de efectuar aquí–, pasando por las ocurrencias podemitas contra la política europea no justifican, pero explican al menos en parte, esto de ahora con el AVE. Y ya se verá lo que sucede con el Corredor Atlántico de Mercancías. De ahí la lógica pregunta desde este Reino: “y ahora, ¿qué...?”. A ver si hay suerte y respuesta distinta a la habitual de echar la culpa a otros.

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