Observa bien, el observatorio –valga la redundancia– cuando plantea, a modo de teoría, la eliminación de más de treinta mil pueblos o, para ser exactos “entidades singulares de población”, que sobre una cifra superior a 32.000 son los que existen aquí. El motivo de tan radical consejo, formulado por el Observatorio Galego de Dinamización Demográfica, es que en realidad el porcentaje es de entes despoblados, o en trance de llegar a ello. Y en los que aún resisten, habrá que plantearse cómo resolver las prestaciones a las que tienen derecho.

La cifra asusta, hace comprender mejor esa “Galicia vaciada”, la rural, un eslogan que no se entiende del todo en la urbana pero que es cierto. Por el momento, la Xunta no ha dado con la tecla para siquiera paliar el problema y los sucesivos gobiernos de España no se tomaron la molestia de considerar que “dispersión poblacional” supone, además de una tragedia humana, un problema económico. Y que, insiste el Observatorio, limita las posibilidades de hacer frente con dignidad los servicios públicos.

Igual sucede con la edad media de los habitantes de este rincón peninsular. Dos factores que encajan y refuerzan la denuncia de. inacción hacia aquellos gobiernos, el de aquí y el de allá. A partir de los datos publicados, se plantea un dilema moral, social y también estratégico; ¿qué sería preferible, y más viable, una política encaminada a dinamizar el regreso de los que se fueron -o sus descendientes- o el mantenimiento de la población que aún queda en esas unidades peculiares? Por ejemplo y sin ir más lejos.

Cabe otra pregunta: ¿qué decidir, que la Galicia vaciada se “llene” manteniendo la estructura actual, o apostar por la fusión de los municipios, por ejemplo? Son cuestiones nada sencillas, aunque suenen “simples” para expertos que sin embargo no dieron con la fórmula adecuada. Porque la suma del problema demográfico a los de la pandemia, la inflación, los costes energéticos e incluso los flecos no resueltos del crack financiero de 2008/12 conforman una macrocrisis que necesita medidas especiales. El Plan que ayer mismo presentó el Gobierno parece útil, aunque quizá algo tardío; en todo caso es una reacción sobre la que habrá que volver cuando hoy mismo el Consejo de Ministros amplíe datos y crincrete detalles. Pero suena razonablemente bien.