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Luis Carlos de la Peña

Afinamiento

La gran recesión de 2008 y la pandemia de 2020, dos crisis sucesivas y brutales, han acelerado la historia. Tanto en la política con el surgimiento de los movimientos antisistema a uno y otro lado del clásico bipartidismo como en la expresión cultural; en el feminismo, la digitalización o la economía productiva. El mundo de ayer, al desmoronarse, ha dejado montañas de cascotes: jubilados con exiguas pensiones y subsidios con que esquivar la pobreza; profesionales liberales obligados a prolongar sus vidas laborales; parados de apenas cincuenta años excluidos sin remisión del mercado laboral y bolsas de jóvenes e inmigrantes en los márgenes de la emancipación. En el lado reconstruido, una miríada de empresas e iniciativas que han hecho realidad la promesa de afirmar los pies en el ámbito local para actuar en el mercado global. El axioma de Schumpeter del “viento perenne de la destrucción creadora” tiene una nueva demostración empírica.

"El mundo de ayer, al desmoronarse, ha dejado montañas de cascotes"

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Esta transformación, además de sostener el paraguas social, hubiera sido imposible sin la presencia tutelar, cooperativa, de Europa. A nada que arañemos en el origen de la financiación de las múltiples iniciativas de todo tipo que se desarrollan en nuestro país, Galicia, encontraremos la bandera azul con las 12 estrellas amarillas. Un símbolo potente y sólido. A él nos aferramos como a un salvavidas.

Soy un perenne y disperso observador de nuestros sectores productivos. Atrae mi atención tanto una limpia taberna en el puerto de Corrubedo, como una empresa tecnológica en Oleiros o en Porto do Molle; un vinicultor en las escarpaduras del Bibei que un ceramista en Goián; la concentración cooperativa en el sector lácteo o la permanente innovación en nuestro sector textil.

"En Galicia vivimos la aceleración, no me atrevo a decir consolidación, en este proceso de afinamiento"

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Hace años, a la vista de la feria de As San Lucas en Mondoñedo, Cunqueiro reflexionaba: “Todo ha de ser organizado desde la raíz: los linos, los quesos, los cuchillos y las hoces, los jarros y las tazas (…). Una revalorización de todos esos productos sólo es posible si esa belleza se afina y perfecciona… si se abandona la horrible rutina en que todos parecen sumidos”. En Galicia vivimos la aceleración, no me atrevo a decir consolidación, en este proceso de afinamiento. La salida a los mercados, a competir, ha obligado a crear de nuevo y recuperar tradiciones, a extraer de ellas mediante la observación y la innovación su pura esencia, que es renovada identidad.

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