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Edelmiro Ulloa

Buenas recetas, pésimos cocineros

Es obvio: en manos de un mal cocinero una buena receta y un excelente producto no son garantía de éxito. Esta realidad es aplicable a cualquier ámbito de la vida, también en algunas reflexiones y disposiciones que en pesca nos llegan desde los círculos de decisión comunitarios.

Demuestran que la pesca “les pilla muy lejos”, quizás incluso en otro espacio temporal diferente, cada vez mayor el abismo que separa a Bruselas y su realidad inexistente, del día a día de sus pescadores.

La idea de la Unión Europea es excelente; momentos críticos como la pandemia, o los que ahora sufren nuestros vecinos británicos, demuestran que fuera de la UE hace mucho frío. Lástima que una gran receta esté siendo cocinada por chefs que nunca se sientan en la mesa con sus comensales, no saben cómo les quedó el plato, ni siquiera a qué sabe y además se erigen en críticos gastronómicos

¿Reflexiona la Eurocámara cuando se pregunta por qué aunque las poblaciones de peces de las aguas de la UE mejoran y el nivel salarial de los pescadores europeos crece sostenidamente desde hace ocho años, y tanto flota como pescadores desaparecen del escenario de nuestros puertos? No realmente. El guiso está servido: Europa tendrá sus mares llenos de peces pero sin nadie que los pesque, y lo que es peor, dejando la soberanía alimentaria en manos de flotas de países desaprensivos, con esquemas de producción opuestos a la sostenibilidad y la pesca responsable.

Presionados por la opinión pública, mal informada ésta por una horda de especialistas en sembrar cizaña, estos cocineros se apuran en preparar recetas intragables para nuestra pesca. Intentan añadir al puchero condimentos para salvar el plato, hablan de mejorar salarios y vida a bordo para atraer nuevas vocaciones a la pesca, o pregonar que los pescadores son los guardianes de la mar y proveedores de alimentos saludables (la proteína más sostenible, de mayor calidad, y con menores huellas hídrica y de carbono), mientras por otro lado le echan a la cazuela ingredientes podridos, normas que dificultan a los armadores hacer los barcos más seguros, cómodos y con menor impacto energético, aquellas que eliminaron hace tiempo derechos fundamentales como la presunción de inocencia, o las que los dejan indefensos frente a vecinos hostiles que les roban sus cuotas, incapaz de reaccionar Bruselas.

Pésimos cocineros: ni prueban a qué sabe el guiso, ni qué opinan los comensales. Si se sentasen a la mesa de los pescadores y se preocupasen por lo que sienten, les escuchasen de verdad, y no solo atendiesen lo que los maestros de la cizaña cultivan, sabrían por qué lo que guisan lleva a que haya cada vez menos barcos pesqueros y menos pescadores en nuestros puertos.

*Gerente de la Cooperativa de Armadores de Vigo (ARVI)

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