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Alberto Barciela

El comercio local y la Navidad

El mundo está cambiando. Todo simula como apresurado, elevado a la categoría de un espectáculo lejano, rancio, enmascarillado y poco apetecible. Ahora que se han encendido las luces navideñas, las de nuestra tradición más arraigada y brillante, debemos despertar para responder con idoneidad a las nuevas circunstancias. Hay que actuar y positivar actitudes.

En el orden indicado, considero que en estas fiestas bien podríamos reconducir un porcentaje alto de las compras en el mundo digital hacia el comercio local, contribuyendo así a la economía del lugar de residencia. La estrategia parece sencilla y partiría de una sencilla y reflexiva reconsideración de las conductas.

Las redes, ahora ayudadas por el COVID, han acelerado desentendimientos de placeres cotidianos como las compras o el ocio en establecimientos identificables, regentados durante generaciones por familias, atendidos por profesionales atentos, afables, dispuestos al consejo, y en todo caso responsables de la calidad de su ventas.

En nuestras memorias, o en la de los padres y abuelos, en el caso de la Vigo redoblan nombres como Chavalín, Alfredo Romero, las Tres BBB, La Favorita, Tobaris, Almacenes Olmedo, El Pilar, Las Colonias, Arrondo... Pacheco, Vigofoto, Garaje Atómico...los cines Fraga, Odeón, Tamberlik, Vigo, Cinema Radio, Disol, Plata, Niza, García Barbón, Minicines, Roxy... el Puesto Piloto o la Bella Napoli... Más tarde se incorporaron grandes superficies, que crearon riqueza y empleo. Todo era y es parte de una ciudad próxima, obligada por sus rituales y, en esencia, propicia a una economía circular, abarcable, comprensible, humana y eficaz. En otros lugares serán otras las referencias, pero iguales resultados.

Las redes han llegado con sus ventajas pero, con certeza, destruyen unas cultura locales entrañables, sustituyéndolas por eficacias cuestionables como la inmediatez, el servicio permanente 24x365, etc.. La balanza no compensa a la urbe y a sus habitantes, menos en lo laboral.

¿Es posible reconducirnos? Sí, siempre que entendamos que amoldarnos a un marco más global no presupone un abandono de lo reflexivo y participativo. A lo único que debemos renunciar para positivar la situación es a un porcentaje de esa especie de papanatismo apantallado en el que nos hemos sumergido, pleno de modas importadas, llámense viernes negros o Samaín, que sacrifican la cultura y la industria del entorno, y en definitiva, la calidad de vida.

Avanzar, sí, pero equilibrar y dar sentido a nuestros comportamientos, también. No hay que olvidar lo humano racional, la confianza en lo que uno representa y aquello con lo que se identifica.

Parece razonable desansiarse y pensar en lo cercano, en ayudar, más en las actuales circunstancias a los comerciantes, hosteleros, quiosqueros, espectáculos, vecinos y conciudadanos. De lo poco ha de nacer lo mucho, incluso una mejor Navidad para todos.

Concédanse caprichos razonables y traten de aportar felicidad a sus familiares, amigos y conocidos. Disfruten.

Que la suerte les acompañe. Salud.

*Periodista

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