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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La "okupación"

Uno de los datos que más ha llamado la atención en cuanto a la evolución de la delincuencia en Galicia es la poca importancia que la delegación del Gobierno aquí le ha dado a la okupación. De hecho, en los balances que suele hacer su oficina, de esos actos -que no hace falta definir: la "k" es suficiente- apenas se encuentra alguna referencia, a pesar de que el incremento en ciudades y urbanizaciones, según informó este periódico, ha sido constante en los últimos años. Parece que, por fin, Fiscalía y Ministerio del Interior lo toman en serio y "actuarán". Aleluya.

En este punto procede insistir en que ese tipo de acciones es un delito, como mínimo de allanamiento, aunque la actitud de una buena parte de la izquierda "revolucionaria" ha disculpado, si no alentado, a los que ahora se llaman "okupas" como si fueran víctimas del capitalismo opresor. Y ha creado mitos -y ritos- incluso para intentar legalizarlo: los discursos panfletarios de Iglesias, Echenique o Ada Colau entre muchos otros, constan, por más que ahora mismo solo suponen un ejemplo de cinismo sin igual en la UE. Salvo algún caso en Polonia y Hungría, donde gobierna la derecha dura: está visto que los extremos se tocan.

Se han citado mitos y ritos. Los primeros se resumen en el discurso según el cual "los ricos, los bancos" y en general el sistema mantienen cientos o miles de propiedades vacías cuando otras tantas familias se hunden en el desamparo. Es aún menos que una media verdad y, por tanto, supone más que una mentira doble e ignora, porque le conviene, que la mayor parte de esas okupaciones son resultado no de la búsqueda de justicia social, sino de una subcultura anarcoide que solo pretende agitar la calle sin aportar algún tipo de solución racional.

No resulta fácil de hallar, ciertamente. Al menos no como la reclaman los teóricos salvadores de los parias de la tierra. A día de hoy, y desde hace bastante, existen medidas de ayuda y apoyo por parte de los poderes públicos para evitar la exclusión. Es posible que sean insuficientes. y probable que algunas apenas parezcan más que propaganda, pero las hay. Y eso quiere decir que lo aconsejable es mejorar de forma constante "el sistema" en lugar de predicar su destrucción al estilo del fraile Savonarola, otro ejemplo de que gritar es peor que razonar.

Ahora y por fin, el Gobierno ha decidido acabar con todos esos ritos y, de paso, eliminar mitos como el de que no hay otro modo legal de defender la propiedad que pasarse un largo tiempo en los juzgados. La Xunta, por su parte, reclama cárcel para los okupas en circunstancias concretas, lo que ratifica que la eliminación del problema, o su reducción, está en manos de los jueces. Lo que procede, desde ya, es dotarles de recursos bastantes para que puedan actuar y, así, cumplir otra de las tareas que les encarga la sociedad a la que sirven. Ese es el quid, seguramente.

¿No...?

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