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¡Coño, si son Mané y Peixoto!

Vuelvo a Vigo de mi escapada con una rubia a la Alberca y de estar un poco en las Batuecas. Llegué el miércoles a las 23, demasiado tarde para encontrarme con Amancio Prada en los sótanos de la jamonería Vazey como otras veces, tras el aviso de Manuel Martín. Me levanto el jueves, pongo no sé por qué "Remember When" de los Platters y antes de sentarme en la mesa para escribir estas líneas, suena el teléfono y oigo al otro lado la voz de Mané Villa, desde la república independiente de Goián. "Fernando, de orden de Juan Peixoto que no quedes con nadie el sábado, que vamos a Vigo y te recogemos para ir a comer al restaurante de Lemos en Redondela. Como no vengas se lo digo a Dulce, no a la Pontes sino a la mía, y no te va a hacer una empanada de las suyas en la vida" . O sea que hoy veré en Redondela a Isabel y Eva y saludaré al "padre padrone" Manuel Lemos, una mala compañía ahora que quiero hacer dieta. Tendré que atrasarla otra vez, maldita sea, porque ayer mismo quedé con Nemesio Barxa y Maribel para tomar unos callos y el lunes para comer con Carlos López, que estos mismos días tiene sus colecciones infantiles Foque en las ferias de Estocolmo y Florencia. Admirable, tal como está lo de la moda. Bueno, el caso es que llegué a Vigo y ya ando liado.

Luis Torras, 107 y está aquí

Y una hora después de llamarme Mané Villa de Goián, recibo otra llamada de femenina voz. "Fernando, soy María Jesús, espera que te pongo a Luis". Era la mujer del pintor Luis Torras, que yo no me creo que tenga 99 tacos como me dice mi colega Víctor Viqueira que tiene . El caso es que me pasa al pintor, que ni yo ni él mismo nos creemos que tenga 107 años, y me dice el centenario: "Fernando, coño, que ya te llamamos estos días pero no conseguimos localizarte. A ver si nos vemos aunque ahora con este mal tiempo ando un poco escarallado. No te digo que vamos a comer un gran asado, que no está el horno para bollos a los 107 que dicen que tengo, pero al menos para vernos porque yo no sé si sigo aquí o estoy en otro mundo y me creo que estoy aquí". No pierde su humor mi admirado Torras, y quedamos para cuando el buen tiempo le ponga a punto.

Ya traje el ciripolen, hombre

Dormí en la Abadía de los Templarios, ahí en la Alberca, que no tiene abad sino que es un sorprendente hotel de medievales reminiscencias aunque tenga unos diez años y que ya sé que conocéis algunos de quienes conozco, como José Luis Picón o Ricardo Lago y sus compas moteros. Hay solo diez habitaciones abuhardilladas con chimenea que os recomiendo a los que estáis enamorados y a los que os estéis desenamorando aunque cuidado con el precio. Cenamos en la Abadía, comimos en La Cantina de Elías.... Visité las Hurdes y en Casa Cirilo de las Mestas compré a una hija de Don Cirilo Marcos Domínguez el ciripolen (que alguno que no digo de los que leéis esto me encargó), tras tomar un vino con una tapa de patatas meneás insuperable.

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