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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El cumpleaños

Es probable, como creen los mejor intencionados, que solo sea una coincidencia el hecho de que se abran cada vez más frentes desde los que se pide una reforma constitucional. Y otra -coincidencia- la de que resulten especialmente activos al reclamar que los cambios sean extensos y profundos; tanto que antes que de reforma del actual cabría hablar de un nuevo texto. Algo que no es de suyo negativo, como tampoco es discutible la necesidad de adaptar la Ley a la realidad social, siempre que no se convierta, la reclamación, en una especie de mercadillo en el que por la vía de los votos e influencias cada cual busque obtener solo su interés.

En ese sentido resulta curioso contemplar cómo -al menos desde una opinión personal- el asunto de la reforma constitucional se ha convertido en una especie de reposición del viejo debate entre transición y ruptura. Los protagonistas son distintos, pero el fondo es parecido porque se trata de confrontar, como entonces, la vía más tranquila con la que no lo es o al menos muestra riesgo de conflicto. De ahí que las voces más sensatas -que no más conservadoras, como los malévolos afirman- defiendan un consenso previo sobre el fondo y la forma de los cambios.

Es verdad que, ahora mismo, el clima político de estos Reinos no parece muy propicio para que se llegue a los acuerdos -ni siquiera a los previos- que serían necesarios. Y no solo por el ambiente crispado de cualquier debate o la complejidad inherente a las vísperas de una investidura: también por la carrera de muchos para posicionarse de cara a la reforma. Y de ahí viene la referencia, que solo pretende ser descriptiva y no despectiva, a la cierta semejanza de las peticiones con la actividad mercantil de compra y venta con su correspondiente regateo sobre precios.

(Hay quienes van más allá y plantean una especie de ofensiva para reivindicar objetivos muy distintos a los que encajan con la Constitución actual, desde el federalismo -ahora reconvertido a "nación de naciones"- que propugnaba el PSOE, hasta el secesionismo que defienden los nacionalistas periféricos. E incluso los alcaldes gallegos de la Fegamp -con el respaldo del presidente de laEspañola, que va más lejos- plantean un sistema de financiación y competencias municipales que quizá choque, o al menos roce la colisión, con el autonómico vigente.)

Sea como fuere, quedó dicho que el ambiente no está como para ser optimistas sobre todo si alguier que pueda utiliza triquiñuelas legales -o las permita- para inventar atajos que le permitan llegar antes a su destino. Una hipótesis que elevaría la tensión actual hasta límites difíciles de prever, teniendo en cuenta que al panorama de la izquierda ha de añadirse el de la derecha pura y dura, con Vox exigiendo la vuelta al centralismo y el PP sumido en sus dudas históricas que hay quien cree aumentadas por su insistencia en proclamarse "de centro". Y si todo eso se entrecruza, y ya ni se diga que se enfrenta, la ofensiva a la que se aludía a modo de ejemplo, podría acabar cono el rosario de la aurora. Y es una manera impropia de celebrar un cumpleaños.

¿O no...?

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