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La tristeza de las alambradas

Rocío: "Me entristecen las alambradas. No es de ahora. Desde siempre. Cuando era niña vi morir a un gato intrépido que midió mal los riesgos y terminó atrapado en una de ellas. Rodeaba una construcción abandonada, el óxido letal nunca se borró de mi memoria. Tal vez influyó aquella escena horrible en mi permanente desconfianza. Con el tiempo aprendí que la única forma de que un arañazo no llegue a ser cicatriz es retirarse a tiempo. Tal vez mi vida no sirva para una película de aventuras pero he evitado mucho sufrimiento estéril. Tengo amigas especializadas en ese deporte sin medallero. Se quedan prendadas de un ideal, bajan barreras y llega el batacazo. Tarde o temprano, pero llega. Tal vez haya excepciones. Siempre las hay pero no conozco ninguna. No diré que en alguna ocasión estuve distraída y un latigazo me pilló desprevenida. No en el terreno sentimental, ahí casi siempre he conseguido mantenerme en guardia frente a tentaciones ilusorias con fecha de caducidad temprana. Pero sí cometí algún desliz en asuntos de amistad (más doloroso que un fracaso amoroso es que te traicione tu mejor amiga, no hay comparación) y sobre todo, en materia laboral. Ahí sí caí con todo el equipo un par de veces. La primera por confiar demasiado en mis habilidades y hacer apuestas excesivas sin ser consciente de mi falta de preparación. La segunda por dejarme convencer para abrir puertas muy atractivas tras las que solo había una pared. A eso se llama decepción sobrevenida. Tal vez (mis palabras favoritas) esos paréntesis eran mi forma de mantenerme unida a mi infancia, cuando realmente fui feliz porque no podía imaginar, como el gato atrapado, que unos simples y abandonados renglones de óxido pueden llegar a ser tu perdición. Luego llegó la adolescencia, pérdidas repentinas, y el mazazo de descubrir que el primer chico que me hizo temblar me corneó con otro. Mi memoria es felina. No necesito dos piedras para cambiar de camino. Vivo alambrada, mi desconfianza me da confianza. Eso me entristece también, pero he aprendido a respetar mis contradicciones. Tal vez sean lo mejor que tengo".

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