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La construcción naval como arquitectura de la ciudad

La construcción naval de Vigo vive un momento expectante. El astillero Barreras tiene en ejecución el mayor encargo civil del naval español, un sofisticado yate-crucero de 190 metros de eslora. Metalships & Docks anuncia la construcción del segundo mayor buque a vela del mundo, un crucero híbrido de tres mástiles. Naves que rompen moldes por su investigación tipológica, diseño, altas prestaciones y tecnologías punteras. Esta vieja y siempre nueva ciudad industrial es para el naval: una plaza fiable.

Generación tras generación, la ciudad está hecha a la belleza de los barcos. A la maravilla de verlos construir, levantarse meticulosos entre grúas, crujir de chapas, ocres y destellos de soldadura. Crecen en la calle, epatantes, sin pudor ni tapujos: toda una deferencia con el vecindario. Si al igual que un sinnúmero de navíos hicieran antes, saltan de la grada y se van, ¿qué son? ¿Son unos desconocidos? ¿Viejos conocidos? Lo cierto es que este paisaje de la construcción naval se siente intensamente de la ciudad. Sin él nunca sería la misma.

El pasado año se inauguró en la Bahía de Santander el Centro Botín, obra de Renzo Piano. El edificio, dispuesto en el mismo cantil del muelle, se aúpa ingrávido sobre ligeros pies derechos como un barco varado, no obstante, sus expresas formas náuticas nunca conocerán el sobresalto de la botadura. A pesar de ello el edificio por sus guiños y lenguaje formal pertenece inequívocamente al salitre y la mar, no en vano su arquitecto ya diseñara con forma de delfín el crucero Crown Princess. ¿Arquitectura de tierra, del mar?

Por el contrario, no lejos de aquí, en Viana do Castelo, flota en el agua lo que pertenece inequívocamente a la arquitectura de la ciudad: el buque Gil Eannes. La Cámara Municipal salvó del desguace al heroico barco hospital de la flota portuguesa del bacalao, lo rescató para museo y albergue juvenil y lo amarró para siempre a su mejor muelle. Justo al lado, inspiró el Centro Cultural de Souto de Moura que cierra junto con el centro de ocio de Fernando Távora y la biblioteca de Siza Vieira, un espacio urbano único en su intensidad. ¿Arquitectura de tierra, del mar?

Y un cabo suelto: el pabellón de Japón en la Expo 92 de Sevilla, obra de Tadao Ando. Un virtuoso ensamblaje de maderas propio del casco de un navío; a su interior se sube al igual que a un gran buque; fue el pabellón más querido y visitado; tres años después catapultó a su arquitecto hasta el premio Pritzker. Concebido como una arquitectura efímera consumó su destino desmontado madera a madera, para en la honradez alcanzar su plenitud. Se fue discretamente como cualquier navío. ¿Arquitectura de tierra, del mar?

Mil otros ejemplos de transferencias formales entre la construcción naval y el Movimiento Moderno se encuentran salpicados aquí y allá. El Club Náutico de Vigo obra de Castro y Alonso hace hincapié en el idilio del racionalismo con la náutica. La Carta de Atenas, el grito de rebelión contra la pesadez de los estereotipos se fraguó a bordo de un trasatlántico. Hoy el interiorismo de la arquitectura doméstica y naval se retroalimenta, colabora, intercambia experiencias de confort, ergonomía y acabados, comparte incluso talleres.

Cornisa azul y cinturón verde. La ciudad de Vigo está contorneada por el azul de la cornisa marítima y el verde del cinturón forestal. Un abrazo, dos roces cariñosos de identidad. La construcción naval hace de este borde la cinta más cinematográfica, extrovertida e irreverente del paisaje urbano. Un escaparate del gran tonelaje, diques flotantes y gigantes musculados, buques izados en tierra o agua, verdad material e inmaterial. En cambio vertiginoso, la cornisa azul nunca es la misma pero siempre se recompone exacta a sí misma.

Por todas estas razones, la construcción naval forma parte esencial de la arquitectura de la ciudad de Vigo y como toda buena arquitectura aporta no sólo belleza sino utilidad, facilita vivir y ganar la vida. Los barcos al igual que los edificios exigen mantenimiento cualificado y una puesta al día reflexiva. Los barcos, la construcción naval, al igual que los edificios existirán siempre y bien sea por nueva construcción, reparación, o rehabilitación, están llamados al protagonismo en esta ciudad.

Ahora bien, una plaza fiable sólo es fiable si es sostenible: ciudad industrial tradicional innovada; sistema nervioso inteligente y participativo; paisaje industrial flexible abierto a la reordenación y mejora ambiental. Y así, en la memoria y el futuro, la construcción naval como arquitectura de la ciudad sienta la estima y el afecto ciudadano.

*Arquitecto

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