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Cataluña

Para una situación menos tensa en Cataluña no es lo mismo que gobierne el PSOE que el PP. Estamos en un momento en el que, sobre la necesidad de amortiguación del conflicto, coinciden los intereses del soberanismo catalán y los del gobierno socialista, por lo menos hasta las elecciones de 2019 o 2020. Al primero, después de recuperar el control de las instituciones, le urge normalizar la situación, minimizar los daños del artículo 155 y las divisiones entre los partidos independentistas, clarificar la nebulosa PdeCat/JpC y el propio papel de Puigdemont en relación con la presidencia de la Generalitat. Una política soberanista de máximos llevaría al estallido del equilibrio inestable de la actual mayoría gubernamental. El equilibrio definitivo solo surgirá de unas elecciones que resuelvan, en unión de la acción de gobierno de estos meses, las contradicciones expuestas. Es probable que la importancia política de Puigdemont va a marchitarse (excepto quizá en el plano simbólico y sin perjuicio de que en el futuro un indulto le conceda nuevas posibilidades). Los intereses de los políticos catalanes del exterior y del interior son ya claramente distintos. La república ha sido proclamada y ahora se impone una política que no sobrepase la constitución pero llena de gestos no por simbólicos, menos efectivos y que se presenten como una implementación de aquella. Hacia finales de año, primeros del próximo, habrá un gran momento emocional con el proceso de los líderes en prisión y en torno a ese proceso y su sentencia girará la fecha electoral.

Estos ocho/nueve meses de normalidad relativa sin sobresaltos "unilaterales" son esenciales también para el gobierno socialista y sus posibilidades de ganar las elecciones generales. El Gobierno va a multiplicar los gestos de buena voluntad frente al soberanismo (ya lo está haciendo). Unido ello a otras actuaciones en la política general y a la imposibilidad de exigirle al PSOE reformas de fondo, irrealizables con las cámaras legislativas de la actual legislatura, podemos pronosticar un avance continuo del PSOE en las encuestas que fructifique en un gran resultado en las elecciones de 2019, antesala de una victoria en las generales. La convocatoria electoral debe estar en relación con las eventuales elecciones catalanas )para evitar sorpresas de un independentismo reforzado con el resultado electoral o, en todo caso, coincidir con las municipales y autonómicas y aunque Pedro Sánchez haya anunciado la aspiración a agotar la legislatura ya que si las encuestas confirman el año próximo el ascenso electoral del PSOE no habría ninguna ventaja en esperar un año más y sí posibles inconvenientes por acontecimientos que puedan ocurrir.

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