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Patriotismo gramatical

Los medios de comunicación han saludado con general encomio el acierto y el éxito de Pedro Sánchez al seleccionar su gobierno. Grata constatación, mejorada por el hecho de que se haya conseguido una composición en la que las mujeres superan el 60% del total, incumpliendo la recomendación de la Ley de paridad, por una vez en un sentido favorable al sexo femenino.

La superioridad numérica de las señoras animó a muchos medios a referirse por separado a las ministras y a los ministros (como si tuviésemos dos gobiernos). Hasta ahí tenía un pase, porque se trataba de una simple falta de criterio de particulares obsequiosos y obsecuentes con modas efímeras.

Pero la cosa cambia cuando el ataque a la gramática y a la elegancia del estilo se produce desde la altura del Gobierno mismo y en el mismo solemne momento de su toma de posesión.

El protocolo facilitó a los promitentes (y también a las promitentas) la fórmula habitual: Prometo (?) guardar secreto sobre las deliberaciones del Consejo de Ministros. Se denomina así y se necesita mucha osadía para llamarle Consejo de Ministras y de Ministros.

Estamos ante una falta de patriotismo gramatical y ante una modalidad de la corrupción. Las autoridades políticas no son dueñas de la gramática ni del buen estilo. No es correcto, aparte de que es enternecedoramente infantil, que se abuse del encumbramiento político para forzar usos lingüísticos inviables en aras de pretendidos progresos en la batalla por la "visibilidad de la mujer". La mujer también es visible cuando el idioma se emplea bien y según las reglas de su lógica.

Enunciados como "Asociación de juezas y jueces" o "Colegio de abogadas y abogados"; "la persona detenida" (en lugar de "el detenido"), "la persona titular de la Consellería" (en lugar de "el Conselleiro") no cambian las cosas, salvo que privan al lenguaje de naturalidad y, por lo tanto, de elegancia. Además son contraproducentes. Nos recuerdan continuamente una inferioridad social de la mujer que ya pertenece al pasado. La deseable paridad vendrá de políticas sinceras; no, de postureos inmaduros. No hay que confundir el oro con la piedra pómez.

Hace nada, una empresa trató de negar ciertos derechos a sus empleadas con el pretexto de que el convenio no las mencionaba: hablaba sólo de los trabajadores. Algo que no sería imaginable hace unos pocos años.

Estamos a tiempo de evitar que la toma de posesión del actual gobierno cause una nueva perturbación irreversible. Pero ¡ojo! No tenemos muchos días.

En pocas semanas, por un error de Luís Aragonés se pasó a sustituir el modismo secular de hacer la peseta por la ocurrencia de hacer la peineta. Y por el dislate de un "spot" que pronunciaba Ana Botella, la palabra "aforo" asumió un significado opuesto al original: de la cabida de un recinto, a la concurrencia que lo desbordaba (en la luctuosa velada del Madrid Arena hubo exceso de aforo)

Es necesario tomárselo en serio con urgencia, a menos que nos resignemos con el modelo de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Por ejemplo:

"Artículo 256. Con la finalidad de garantizar la imparcialidad y la independencia en el ejercicio de sus funciones, los magistrados o magistradas, jueces o juezas, fiscales o fiscalas del Ministerio Público y defensores públicos o defensoras públicas, desde la fecha de su nombramiento y hasta su egreso del cargo respectivo, no podrán, salvo el ejercicio del voto, llevar a cabo activismo político partidista ?Los jueces y juezas no podrán asociarse entre sí" (¿?)

*Abogado

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