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Francisco García.

Lo que hay que oír

Francisco García

Con noticias de Marta Sánchez

Las razones de la cantante para poner letra al himno español y cantarlo, más interesadas para volver a estar en el candelero que patrióticas

Que se haya armado tal revuelo a raíz de que Marta Sánchez pusiese letra al himno español y así lo cantase me ha dejado estupefacto. Tengo para mí que ni razones patrióticas ni patrioteras ni patriotantes han movido a la artista. Seguro que ha hecho tal para volver a estar en el candelero, el candelabro o el candelario, en "Sálvame", "Cámbiame" o "Cocíname", como siempre han tratado de hacer quienes se dedican al mundo del espectáculo, que de eso comen y beben y pagan la hipoteca. Y Marta Sánchez se dedica al mundo del espectáculo.

En 1991 apareció "Sin noticias de Gurb", la novela de Eduardo Mendoza que han tenido como lectura escolar una generación de españolitos. Al comienzo de la misma el extraterrestre narrador cuenta cómo tras aterrizar su nave en "Sardanyola" prepara a Gurb "para tomar contacto con las formas de vida de la zona". Habían viajado por el espacio bajo forma acorpórea y no deseaban llamar la atención "de la fauna autóctona", por lo cual elige para su subordinado "la apariencia del ser humano denominado Marta Sánchez". Un brazo hubiese yo dado por que me convirtiera Mendoza en personaje de alguna novela suya (y en eterna deuda estoy con Saúl Fernández y Laura Castañón, entre otros, que tal homenaje me han rendido). Es decir, mi inagotable ansia de fama y mi vanidad desmedida se hubieran visto colmadas. Pero yo no me dedico al mundo del espectáculo y quien se dedique al mundo del espectáculo necesita siempre más, precisa verse en el candelero o candelabro o candelario de forma constante. Y Marta Sánchez se dedica al mundo del espectáculo.

Como todo está en El Quijote, también está en un lugar de El Quijote una reflexión definitiva sobre la fama. Camino del Toboso, el caballero andante instruye a Sancho: "El deseo de alcanzar fama es activo en gran manera". Así, le recuerda cómo cuando Vicente Espinel compuso una maliciosa sátira contra las cortesanas ?prostitutas de categoría? una dama se sintió ninguneada al no figurar entre ellas, con lo que se quejó al escritor pidiéndole bajo amenazas que la incluyera: "Hízolo así el poeta, y púsola cual no digan dueñas, y ella quedó satisfecha, por verse con fama, aunque infame". También habla a su escudero de Eróstrato, "aquel pastor que puso fuego y abrasó el templo famoso de Diana sólo porque quedase vivo su nombre en los siglos venideros". Y le añade otros ejemplos históricos varios del insaciable afán de figurar. Y cuenta una divertida historia. Estaba el "grande emperador Carlo Quinto" admirando el Panteón de la Piazza de la Rotonda romana desde su tragaluz cimero cuando un caballero que lo acompañaba le declaró: "Mil veces, Sacra Majestad, me vino deseo de abrazarme con vuestra Majestad y arrojarme de aquella claraboya abajo, por dejar de mí fama eterna en el mundo". El emperador le agradeció "no haber puesto tan mal pensamiento en efeto", pero concluyó: "No os pondré yo en ocasión que volváis a hacer prueba de vuestra lealtad; y así, os mando que jamás me habléis, ni estéis donde yo estuviere".

Las gentes atienden y las gentes del espectáculo atienden aún más "a la vanidad de la fama que en este presente y acabable siglo se alcanza" -prosigue Cervantes. Olvidan que "por mucho que dure, en fin se ha de acabar con el mesmo mundo, que tiene su fin señalado". Lo olvidan las gentes de la farándula porque precisan de la fama para comer caliente. Y Marta Sánchez se dedica al mundo del espectáculo. Ahora bien: que semejante banalidad haya sido "trending topic" da pavorosa idea cabal de en qué quiere el Poder, a través de sus redes sociales, que ocupemos nuestras mentes a diario sin irnos un higo en ello. Así que ni me hablen ni estén donde yo estuviere quienes malgastan su tiempo en criticar a los famosos, en adorar a las famosas y en debatir sobre Marta Sánchez. Por favor.

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