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Ceferino de Blas.

El más universal de los vigueses

El más universal de los vigueses, Martín Codax, no tuvo calle en su ciudad hasta avanzado el siglo veinte. Aún así, no gustó a todos, ya que incluso ilustrados de aquel tiempo consideraron que la merecía más otro poeta vigués, Vesteiro Torres.

A punto de celebrarse en Vigo un acontecimiento cultural de tanto relieve como es la llegada del pergamino Vindel con las cantigas musicadas de Martín Codax, no se comprende esa actitud si se extrapola de su tiempo.

Ocurrió así. Era alcalde de Vigo Ceferino Maestú Novoa y secretario municipal Manuel Olivié. El 9 de julio de 1920, el Ayuntamiento celebró sesión supletoria -pública, pero no solemne-, con asistencia de diecisiete concejales.

De su importancia da fe el debate de una hora de la propuesta de adoquinar las líneas del tranvía, que en algunos tramos subsistieron hasta hace poco.

Pero Vigo estaba en plena expansión y fue la Comisión de Policía la que dio tono a la sesión con un aumento considerable del callejero.

Muchos se habrán preguntado en alguna ocasión ¿por qué hay tantas calles en la ciudad que se llaman como las Repúblicas Sudamericanas, y cuándo se produjo la denominación?

La respuesta al cuándo la da este pleno y el porqué se debe a la intensa relación de Vigo con Latinoamérica, por ser el puerto de mayor tráfico de emigrantes de España.

Así nacieron, en el entorno de Urzaiz, Uruguay y República Argentina, y en el barrio de Casablanca, Cuba, México, Brasil, Paraguay, Ecuador y Chile. El lote se completa con Perú, Panamá y Venezuela.

También hubo calles para las provincias de Ourense, A Coruña, Pontevedra y Lugo.

Y para personajes, por lo que entran en el callejero Alfredo Brañas, Isaac Peral, Poeta Añón, Martín Codax y Rogelio Abalde. También, Los Hermandinos (Irmandiños) y Los Pescadores.

Nunca se habían aprobado tantas rotulaciones, y aún así, algún concejal echó en falta las de dos vigueses, uno de ellos Vesteiro Torres.

Es la razón de que, días después, en su famosa sección "prosa festiva", Pío Lino Cuiñas, el más popular de los periodistas vigueses de su tiempo, escriba un artículo crítico con la corporación.

En su estilo festivo, ironiza con los ediles a los que imagina con el Atlas en la mano y poniendo a voleo nombres del nuevo Mundo a las calles de Vigo.

Y advierte a los no avisados que no necesitan tomar un trasatlántico para ir a Brasil, les basta con el tranvía, a diez céntimos el billete.

Pero si a los concejales se les fue la mano en geografía, también en personajes. Uno de ellos es Martín Codax.

Como no debía ser conocido, se lo explica a los lectores: "Este Codax, si hemos de creer a los que andan sacudiendo el polvo de los archivos, vivió ocho siglos antes, y fue un trovero de playa..."

Cuiñas lamenta que los ediles no hayan tenido en cuenta a Teodosio Vesteiro Torres, "poeta delicadísimo, historiador, músico, que supo honrar con su indiscutible talento, la ciudad de la Oliva, su cuna".

Pero Cuiñas omite algo muy importante. Vesteiro Torres, fundador del grupo "Galicia Literaria", fue el primer gallego, y presume de ello, que escribió sobre Martín Codax y reproduce sus cantigas, poco después de aparecer en 1875 la edición del "Cancionero de la Vaticana" de Monaci.

Lo explica él mismo en el artículo que publicó poco antes del 12 de junio de 1876 -fecha en que se suicidó-, reproducido, dos años más tarde, en el libro "Monografías de Vigo".

La conclusión es que a Martín Codax sólo lo conocía un grupo de eruditos. Eso explica que nadie le haya hecho caso a Rodríguez Elías cuando, en 1917, sugirió que se comprase el pergamino que encontró por azar Pedro Vindel con las cantigas musicadas.

Fue el propio Rodríguez Elías quien propuso el nombre de Martín Codax para una calle menor, que considerarán inmerecida otros vigueses, incluido Pio Lino Cuiñas, el gran defensor de que Emilia Pardo Bazán fuera elegida académica de la Lengua Española.

¿Por qué estas reticencias de Cuiñas? Sin duda por dos razones: había propuesto que se diese una calle a Vesteiro, lo que no ocurrió -pondrán su nombre a un parque muchos años después-, y Martín Codax todavía no era conocido.

Aún habrá de pasar tiempo para su coronación.

En los años treinta se crea en Vigo un cuadro artístico que lleva su nombre; en 1954, recibe el homenaje de los participantes del III Congreso Internacional de Poesía, y en 1958, JM Alvarez Blazquez, le dedica un estudio galardonado, en el que lo llama "el vigués más universal de todos los tiempos".

Es evidente que Martín Codax tardó en despuntar -ahora incluso un famoso vino albariño luce su nombre-, pero con el impulso del pergamino Vindel deberían popularizarse sus canciones, como ocurrió con las poesías de Machado, que musicó Serrat.

Pasar de la erudición minoritaria al reconocimiento de la inmensa mayoría es lo que cuadra a un trovador, que cantaba sus canciones para el pueblo.

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