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Matías Vallés.

El Gobierno cede RTVE al Parlamento

Se ha cantado victoria demasiado pronto, en la presunta liberación del ente estatal y estalinista RTVE de las zarpas del Gobierno. El traslado de la renovación del Consejo de la radiotelevisión del PP desde La Moncloa hasta el Congreso, puede empeorar incluso las servidumbres actuales. El riesgo más probable es imitar la lotizazzione de la RAI italiana, con los partidos asumiendo las cuotas de pantalla de espaldas a los intereses ciudadanos. Los espectadores han optado por una respuesta muy elegante, a la grosera manipulación de RTVE durante la era Rajoy. Simplemente dejaron de verla. La esclavitud del Ente fantasmagórico fue también la norma durante los gobiernos del hoy moralizante Felipe González. De la tele de Aznar basta comentar su estallido de supernova con el cacareo del "ce-ce-o-o" de Alfredo Urdaci, por no hablar del agujero negro de la información sobre el 11-M. De no mediar el paréntesis extraterrestre de la RTVE de Zapatero abortada a toda prisa por Rajoy, cabría indicar que el Ente esbozará a partir de octubre sus primeros pasos democráticos tambaleantes, solo cuatro décadas después de las primeras elecciones. La mudanza al Parlamento es la primera iniciativa de largo aliento emanada del PSOE y que logra el apoyo de Podemos y Ciudadanos, más bien renqueante en el segundo de los casos. El PP se vio obligado a sumarse para disimular la derrota, con menos entusiasmo que en su afiliación al Día del Orgullo Gay. La absoluta falta de ambición de Rajoy no podía excluir a RTVE. Su propósito era consagrar la televisión pública a la audiencia de mayores de 65 años, que constituye su granero de votos. La disidencia interna apela a un estatuto al nivel de la charter de la BBC, que obliga a la corporación británica a ser "original, retadora y comprometida". Para el PP, estos valores son más radicales que el lenguaje de Podemos, y su sola verbalización provoca erupciones cutáneas en los conservadores. Fran Llorente fue el director de Informativos que simboliza el paréntesis de Zapatero, antes del desembarco de los forofos de José Antonio Sánchez. El creador de Tengo una pregunta para usted, el primer formato masivo que decretó la prescindibilidad de los periodistas a la hora de plantear preguntas, también encarna el atrincheramiento honrado durante la etapa más oscura de RTVE. Sin embargo, se difunde el sobreentendido de que la solución debe salir de casa, una presunción peliaguda dado el daño que el Ente ha logrado infligirse a sí mismo.

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