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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

Los héroes del domingo

Ha terminado la Liga de fútbol y, a falta de conocer quién es el campeón de la Copa de España y quién el de la de Europa (ahora camuflada bajo la denominación de Champions League), entramos en la época del estiaje futbolístico, la que más temen los aficionados. El balón deja de rodar, los jugadores y los conductores de los principales programas de radio y de televisión se van de vacaciones, languidece el parloteo de las tertulias, y solo queda como alimento para los muy adictos especular con los fichajes y los cambios en la nómina de los equipos.

La Liga de fútbol es una larga competición que se inicia en el verano de un año y termina en la primavera avanzada del siguiente, después de haber transitado por el otoño y el invierno. En tiempos ya lejanos era un entretenimiento exclusivamente dominical y todos los partidos tanto de Primera como de Segunda y aún de Tercera arrancaban a la misma hora que, muchas veces en otoño y en invierno, cuando no había iluminación eléctrica en los estadios, era la del almuerzo. Y a nadie se le ocurría que pudiera haber partidos de fútbol fuera de la jornada domincal.

De hecho, una famosa película italiana sobre el fútbol llevópor título "Gli eroi della domenica" ('Los héroes del domingo'). La dirigió Mario Camerini y la interpretaron, entre otros, Raf Vallone, Marcello Mastroianni y la guapa Marisa Allasio.

Por cierto que , Raf Vallone había jugado en Primera División con el legendario equipo del Torino (el mismo que años más tarde pereció en el accidente aéreo de Superga) y no necesitó ser doblado en las escenas que requerían recrear lances del juego porque dominaba perfectamente el balón y era ágil como un gamo.

El argumento de la película trataba sobre un intento de soborno del delantero de un equipo para que contribuyese a amañar un resultado. Una práctica que, desgraciadamente, sigue de plena actualidad. Jugar a la misma hora todos los partidos permitía una gran intensidad informativa a los programas de radio. Las conexiones iban rápidamente de acá para allá, de norte a sur y de este a oeste del mapa nacional, los goles se cantaban con moderación (y no con los ululantes alaridos actuales que hay que esperar una eternidad a que el lobo deje de aullar para saber quién marcó y para qué equipo) y las cuñas publicitarias eran breves y buena parte de ellas invitando a la ingesta de una copa de coñac, entonces una bebida omnipresente.

El tiovivo (o carrusel) informativo duraba aproximadamente dos horas entre partido, descanso y comentarios previos y posteriores y, luego, todo quisque se iba a su casa, a pasear, o a escuchar en la radio al Padre Venancio Marcos, que era un cura con fama de atrevidillo aunque la Transición nos lo descubrió como un sotanosaurio afín al obispo Guerra Campos.

Compárese esa forma de vivir la Liga de fútbol con la actual en la que los partidos comienzan los viernes, ocupan espacios de radio y televisión desde mediodía a la medianoche del sábado y del domingo y concluyen en la noche del lunes. Algunos comentaristas, para fijar la atención, se ven obligados a contar chistes, recetas de cocina y hasta asuntos domésticos que a nadie interesan.

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