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Chivo expiatorio de tres estrellas

El FBI de Obama dejó herido de muerte antes del inicio de la partida a un brazo derecho de Trump

La liquidación de su consejero de Seguridad Nacional es, muy por encima de la congelación judicial de su decreto migratorio, el golpe más fuerte a Trump en las tres semanas largas que lleva en la Casa Blanca. Y es un regalo de Obama. El teniente general Flynn, encargado de presidir el Consejo de Seguridad Nacional en ausencia del presidente, era, para que se le sitúe adecuadamente, el equivalente de lo que Kissinger fue para Nixon. Eso, pero en grande, porque Flynn, brazo derecho de Trump desde su salto a la arena electoral, es un polivalente. No solo debía meter conocimientos geopolíticos en la cabeza del magnate y engrasar la relación con Rusia sino que, además, se reveló en campaña como un consumado maestro en el arte de inventar noticias falsas. De ahí lo irónico de que la causa oficial de su dimisión haya sido que mintió al vicepresidente y a altos cargos sobre el alcance de sus charlas con el embajador ruso. Menos mal que, para despertar a los crédulos y no dejar por paranoicos a los escépticos, el propio Flynn, a las pocas horas de su renuncia, se despachó con un esclarecedor tuit: "Aunque acepto la plena responsabilidad de mis acciones, considero injusto ser el único chivo expiatorio de lo que ocurrió".

Lo que ocurrió fue la primera gran chapuza de una administración que, al parecer, ya las coleccionaba antes de entrar en funciones. Poner a Flynn, a finales de diciembre, a hablar con el embajador ruso del porvenir de las sanciones era ilegal. Ahora bien, y aquí quien pifia es el general de tres estrellas, hacerlo por teléfono era de idiotas y resulta paradójico en quien se cebó en la imprudencia de Clinton en el manejo de sus correos. No es, pues, de extrañar que el FBI, aún bajo el mando de Obama, se enterara de las charlas y las haya usado como arma para dejar manco a un presidente que así puede ir midiendo cuántos enemigos le acechan dentro.

La chapuza sólo es comparable al espectáculo que dio Trump este sábado por la noche, al abordar en pleno comedor de Mar-a-Lago, su club turístico floridano, la crisis abierta por el lanzamiento de un misil norcoreano. El show fue tal que uno de los comensales próximos tomó fotos, las subió a Facebook, narró las actividades del magnate y de su invitado, el japonés Abe, y celebró con alborozo estar "en el centro de la acción". Tal vez no sea genial para la seguridad, pero seguro que dispara la cuota de ingreso en Mar-a-Lago.

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