Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

De La Espiga de Oro a El Palacio

Gabriel Vilela Moreira fundó en 1902 su fábrica de referencia en el número 36 de la calle Joaquín Costa, con despacho central a un paso en la Travesía de A Eiriña 3.

Cuando esta industria panadera alcanzó su mejor momento a principios de los años 30 con el nombre comercial de La Espiga de Oro, contaba con cuatro sucursales que atendían una parte muy considerable de la población: Virgen del Camino 12, Benito Corbal 4, Sarmiento 15 y Real 44.

La Espiga de Oro no se quedó en la elaboración de pan, tanto corriente como de lujo, para consumo familiar. También aceptó encargos para bodas, bautizos, desayunos y banquetes. Y dispuso de la representación exclusiva del pan Nutri, un bollo dulce envuelto en papel de seda que hizo las delicias de varias generaciones y dio nombre a un equipo de fútbol del barrio.

El vecindario de A Eiriña tuvo más tarde a su hijo Constante (hermano de Manuel y Gabriel) como referencia inevitable, puesto que su panadería y vivienda marcaban la "frontera" entre la ciudad y el barrio. Allí convivió con su mujer Solita Vázquez, y sus tres hijos Constante, Manuel y Merchy, hasta su marcha a Venezuela por razones desconocidas. Eso contó Enrique Fariña Pérez en una pequeña historia de A Eiriña.

Por su parte, Manuel Vilela Moreira, casado con Juana Moldes Santos, se instaló primero en la Virgen del Camino, pero luego se afincó en Salcedo y allí creó otra panadería legendaria: El Palacio.

Como habitualmente las panaderías eran conocidas por el nombre de sus propietarios y la gente tenía que diferenciar de alguna manera a los Vilela, padres e hijos, empezaron a hablar coloquialmente de "Manolo o do Palacio". El histórico palacio del arzobispo Malvar o pazo de Gandarón, sede de la Misión Biológica, dio nombre al lugar y también a la panadería de referencia. Más tarde se impuso A Carballeira como denominación oficial de aquel lugar.

Aquel horno de Vilela, ahora en fase de restauración por Carlos, biznieto de Manuel, contó desde 1938 con una molinera anexa que perteneció a Francisco Villanueva. Allí estaba también la vivienda familiar que todavía sigue en pie, convenientemente restaurada.

A lo largo de un siglo, El Palacio pasó de padres a hijos por cuatro generaciones de los Vilela: Manuel Vilela Moreira, Manuel Vilela Moldes, Manuel Vilela Garrido y Luís Vilela Arís. Éste último adoptó hace tres años, aproximadamente, la penosa decisión de echar el cierre y poner el punto y final a la saga de los Vilela, unos panaderos de leyenda.

Manuel Vilela Pereira escribió, sin duda, la mejor página de esta saga familiar, que contaremos con más detalle el próximo domingo.

Compartir el artículo

stats