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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La alternativa

De modo que, llegado el día y cerrada al menos por dos años y medio -si no hay novedades- la romería electoral con la previsible reelección del presidente Feijóo, proceden algunas reflexiones. Sobre todo sugeridas a la oposición, que es la que más las necesitará, especialmente si esta mañana insiste en la posición que anunció tras el discurso de investidura y no obtiene garantías de que la mayoría absoluta del PP respetará los acuerdos que ofrece.

La primera de ellas -o sea, de las observaciones- se refiere a la lógica que pueda tener la duda de las izquierdas acerca del grado real de compromiso que contenga la propuesta de sus rivales a la hora de llegar a pactos. La desconfianza está en su papel, y algún precedente que la justifica existe, pero aún así la insistencia del presidente ha sido bastante como para suponerla falsa: significa un riesgo para su imagen que no debería correr.

La segunda observación se refiere a la naturaleza de los posibles acuerdos. Su importancia para el país está fuera de duda, entre otros motivos porque los objetivos comunes se defienden mejor entre todos que sólo desde una parte. Y es indiscutible que la lucha contra el paro, la defensa del AVE o la reclamación de una financiación justa resultan asuntos de interés general: convencer de lo contrario será una tarea imposible.

Item más. A partir de la idea de que la oposición debe ser efectiva y no sólo retórica, es útil recordar que significa el control del gobierno en el Parlamento, que para eso está. Declarar a la Cámara "rehén" de la mayoría absoluta es ignorar la esencia de la democracia y deslegitimarla como sistema de convivencia. Y un grave error, como lo sería sustituirla por la calle como escenario principal.

No se trata, por supuesto de rechazar el derecho de cualquiera a defender sus ideas, dentro de la ley, donde y como se quiera y por tanto de emplear la calle cuando así fuere menester. Pero también es evidente que existe un sitio para cada cosa y el Parlamento es la casa de la democracia. No sólo por una mera cuestión de formas, que son importantes, sino -y sobre todo- de fondo.

Hoy la oposición tiene otra buena oportunidad para eliminar la sensación que a veces produce de considerar como "adecuadas" sólo las formas que emplea ella misma o "respetables" únicamente los votos que recibe. Y es posible que sus derechos incluyan el de pensar de ese modo, pero ejercerlo es un profundo error que quizás explique por qué pierde tantas veces en Galicia. Acaso debido a que el público cada vez está mejor informado, se percata de lo que hay y ya no acepta gato por liebre. ¿Eh...?

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