Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

desde mi atalaya

Manuel Torres

Las terrazas

En el último decenio en nuestra villa, los espacios públicos utilizados por los bares y cafeterías para el servicio a sus clientes, conocidos como terrazas, han crecido espectacularmente, baste como prueba el hecho de que solo en la calle Méndez Núñez, frente a la Alameda Rosalía de Castro, existen nada más y nada menos que cinco terrazas, correspondientes a diferentes establecimientos, y multitud de ellas esparcidas por todo el casco urbano, sobre todo en la época estival.

Esta situación demuestra que a pesar de la crisis, los marinenses somos muy aficionados a compartir estos espacios públicos para distracción y reunión o punto de encuentro con los amigos. Ello ha dado lugar a numerosas y variadas formas de proteger a los clientes del sol del verano, proporcionando un espacio confortable. Ahora bien, cuando llega el invierno, muy largo en nuestras latitudes, esos espacios carecen de los medios adecuados para que sus clientes estén al abrigo del viento y de la lluvia. Así se hace imposible estar al aire libre, porque o bien el viento y casi siempre la lluvia impiden a los marinenses relajarse y pasar el tiempo sentados en alguna de la muchas terrazas, porque no garantizan el abrigo y la comodidad.

Coincidiendo con la apertura del periodo voluntario para el pago, por parte de bares y cafeterías, del canon por ocupación de espacios públicos con mesas y sillas, convendría si quiera un pequeño comentario sobre esta situación en defensa de "la humanización" de estos espacios, para que los marinenses en esta época del año, de lluvia y frio, pudiéramos disfrutar de unas mínimas condiciones de confort y seguridad de no mojarnos ni pasar frio. Nada nuevo, pues ya existe en todas la villas de nuestro entorno. Para lo que sería preciso que tanto ayuntamiento como los establecimientos del ramo, llegara a un acuerdo para aprobar y autorizar la colocación de unos toldos de terrazas desmontables que cumplieran estas dos condiciones: una que fuera un cierre transparente para abrigar del viento en el recinto que podría mejorarse con alguna manta, y otra que dispongan de una cubierta sin "pingas" y salpicaduras. Medios y modelos existen en abundancia y variedad donde poder elegir.

De este modo saldríamos ganando los marinenses, los establecimientos y el ayuntamiento. ¡Y todos contentos! Es cierto que al mismo tiempo convendría una ordenación del espacio, pues en algunos lugares invaden demasiado espacio de los peatones, que incluso en algunos impiden el normal paso de los viandantes. Entendemos que es una posibilidad real, y que solamente se trata de buena voluntad por ambas parte. Que así sea.

Compartir el artículo

stats