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Una necesaria catarsis

Para una buena parte de los ciudadanos españoles -entre los que me encuentro- son dos las preocupaciones mayores en el orden político que los agobian. Una, por supuesto, es el regreso a una gobernabilidad estable que permita abordar los graves compromisos internacionales que debe buscar las soluciones más adecuadas en tiempo (breve) y forma: y el otro es el incierto futuro del Partido Socialista, desnortado y errabundo, en manos de un dirigente incapaz de dar una respuesta sensata que permita romper el impasse, la parálisis de un gobierno en funciones. No nos engañemos. Seriamente fracturado en su interior, el PSOE, el segundo, junto al Partido Popular, son los dos actores que han hecho posible la seguridad y el equilibro de las cuatro décadas de transición democrática, corre el riesgo de convertirse en un partido desdeñado por sus votantes y desplazado por el acoso de Podemos y sus variados componentes. Además, las consecuencias del desplazamiento del PSOE por estos radicales emergentes podrían conducirnos a la quiebra del actual ordenamiento de nuestro actual sistema democrático.

El país necesita recuperar el músculo, la responsabilidad y la sensatez del PSOE que hemos conocido en otros tiempos y bajo otro liderazgo. En el juego democrático que nos hemos dado no podemos prescindir de ese PSOE.

La preocupación crece ante los eventuales resultados de las próximas elecciones gallega y vascas. Lo que barrunta el agravamiento político del Sr. Sánchez, responsable de una ya larga sucesión de derrotas, y que podría desatar en el interior de su partido una crisis de insospechadas consecuencias. Es cierto que la responsabilidad solo atañe a su comité federal y todo retraso no significa más que el agravamiento del enfermo.

El lunes 27 podría ser un lunes negro para el PSOE. Pero también puede ser el inicio de una necesaria catarsis.

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