Entre ripios y versos, las fábricas de chocolates que existían en esta ciudad libraron uno de los duelos publicitarios más celebrados de nuestra infancia.
La Peregrina, de Leoncio Pérez ya se anunciaba en 1928 de esta guisa: chocolate La Peregrina. / Pruebe, compare y juzgue.
El mano a mano por excelencia en el anuncio del chocolate con rima incluida corrió a cargo de las marcas Botafumeiro y La Perfección.
Manuel Regueiro, que tenía su fábrica en Naranjo 2 y perfumaba su entorno, pegó primero con este verso: De xaneiro a xaneiro / chocolates Botafumeiro. Y su competidor decía así: chocolates La Perfección / ¡que ricos son!. Seguramente este fue el slogan más popular.
Chocolates Cancela no se quedó atrás y también probó fortuna con el verso publicitario, incluso por partida doble, aunque con suerte dispar. Uno decía: Del niño a la abuela / chocolates Cancela. Y el otro aconsejaba: Chocolates Cancela. / Alta calidad, pruebe y se convencerá.
El último en discordia no entró al trapo poético y remachó así aquella dura competencia: chocolates Chaparro / cuestan lo mismo, pero son mejores.
