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La mirada

Las elecciones gallegas, próxima parada

"Habrá renovación de actitudes, equipos y programa", anunció Alberto Núñez Feijóo, tras los comicios municipales de mayo, en las que el PPdeG ya sufrió un severo correctivo en las urnas, al perder el 9% de los votos y alcaldías como A Coruña, Santiago y Ferrol y las diputaciones de Pontevedra y A Coruña. ¿Y ahora qué? ¿Por dónde? ¿Qué más cambiamos?, se preguntaban ayer en el PPdeG, después de que Feijóo anunciase que continúa "la renovación". Mudaron conselleiros, aprobaron cheques bebés, ayudas a los deshauciados, ... y aún así perdieron perdieron cinco escaños y bajaron 15 puntos en porcentaje de votos con respecto a 2011. Siguen creciendo los electores que le dan la espalda, y las elecciones autonómicas están a la vuelta de la esquina. El resultado de ayer, el peor de su historia en unas elecciones generales, fue tan malo, a nivel estatal y a nivel autonómico, que el PP teme perder la única mayoría absoluta de la que disfruta ahora en una comunidad: la gallega.

Las luces rojas al PPdeG se le encendieron en las europeas del pasado año y la alarma se acentuó en las municipales, pero tras el resultado de ayer, cundió el pesimismo. La suma de votos y escaños de los partidos de izquierda (el 46% de los votos y 12 escaños) supera a los de la derecha (el 37% de las papeletas y 10 diputados), cuando la dirección popular se había fijado como objetivo sumar más diputados que el resto de las fuerzas juntas. ¿Debe adelantar Feijóo las elecciones para detener la sangría y pillar sin cabezas de cartel a PSdeG y En Marea? Sí, la cita con las urnas gallegas cuanto antes mejor, sostienen algunos. No, hay que esperar, la mayoría absoluta ya está perdida, no conviene precipitarse, apuntan otros. El adelanto de los comicios era una hipótesis que ya estaba encima de la mesa del PPdeG antes del 20-D. Feijóo quiso zanjar ayer el debate público sobre la conveniencia o no de agotar legislatura, apostando por no adelantar la cita con las urnas y así durante meses contraponer "la estabilidad" de Galicia frente a "la fragmentación" de la escena estatal.

¿Y qué hará Feijóo? Esta es otra de las preguntas que planeaban ayer sobre el PPdeG, una vez conocidos los resultados. Al presidente de la Xunta se le complica la decisión. No quiere cerrar su carrera política en Galicia con una derrota, a la que se expone si opta a la reelección, pero también sabe que sólo él puede conseguir la victoria en el PPdeG o al menos frenar o paliar la debacle. Todo dependerá también de lo que suceda en Madrid, no solo en su partido, sino en la escena estatal. Si en Galicia, se especula con un adelanto electoral, en España ya no se descarta que haya que repetir los comicios. Si al final el PP no se mantiene en La Moncloa, todo pendiente de pactos, el partido inicia la renovación, y su nombre siempre ha sonado en la carrera de líderes emergentes. En su contra, juega que no tiene escaño en el Congreso y que en Galicia el PPdeG también es castigado en las urnas. Ayer Feijóo se apuraba a destacar que el desgaste es menor que en el resto de España.

El PSdeG en Galicia se ve relegada a tercera fuerza, tras retroceder seis puntos en porcentaje de votos (109.691 papeletas menos) quedarse 60.000 votos por debajo de En Marea. Ese es su drama. Obtiene seis escaños, el mismo número que hace cuatro años y que En Marea, pero menos votos. No es la primera vez. En las elecciones autonómicas de 1997, el BNG, con Xosé Manuel Beiras al frente, protagonizó el sorpasso y con el 24,8% de los votos y 18 escaños, se convertía en la segunda fuerza y líder de la alternativa.

Otra vez es Xosé Manuel Beiras el que asesta el golpe a los socialistas, que se desdibujan como alternativa al PPdeG y tienen en En Marea un serio competidor. Tras marcharse del BNG, Beiras apostó por AGE, la coalición electoral de Anova, su partido, y EU, Podemos entonces no existía, y logró irrumpir en el Parlamento gallego y convertirse en tercera fuerza. AGE, el antecedente de Podemos, fue también el germen de En Marea que antes se perfeccionó en las elecciones municipales de mayo bajo la marca de las Mareas. Logró las alcaldías de A Coruña, Santiago y Ferrol, y desde ayer tiene serias opciones de ser la alternativa al PPdeG, de cara a unos comicios autonómicos. Los populares confiaban que la gestión de los alcaldes de las Mareas tras medio año en los concellos les desgastase, pero más les desgasta ellos estar en la oposición local.

El BNG, tras veinte años defendiendo los intereses de Galicia en las Cortes, han sido borrados de un plumazo, como en mayo del concello de Vigo. De cara a las autonómicas, ya no solo corren el riesgo de convertirse en una fuerza residual, sin grupo parlamentario propio. El 4% de ayer no les da para entrar en O Hórreo. Si reconsideran su posición, y se avienen ahora a negociar con En Marea una candidatura única, pese a que en el proyecto hay fuerzas no nacionalistas, lo harán en una posición muy débil. Ayer solo recogieron el 4% de los votos, frente al casi 25% de En Marea, y por el camino se dejaron el 64% de las papeletas sumadas hace cuatro años y nada que ver con los 306.000 votos del año 2000. La derrota del BNG es doblemente hiriente porque el golpe se lo asesta el que fue su portavoz nacional, quien además logra lo que la formación nacionalista nunca consiguió: grupo parlamentario propio en las Cortes. Seis escaños, el triple que los dos que tenía el Bloque.

Ciudadanos, que logra el 9,4% de los votos, obtiene un escaño. y entra en el nicho electoral del PP. Por A Coruña. No cumple expectativas en España ni en Galicia. En la comunidad, a la que no acudió Albert Rivera en la campaña, se cometieron errores. El mayor, no presentar, ni siquiera avanzar un esbozo de un proyecto para Galicia y excusarse en que las elecciones eran generales, como si el Gobierno de España nada tuviera que decir sobre el AVE, la pesca, la leche...

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