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El comercio electrónico ha llegado para quedarse

SANTIAGO LAGO PEÑAS*

Esta semana el Instituto Galego de Estatística publicaba datos sobre el uso de las tecnologías por los hogares gallegos. De la mucha e interesante información aportada me voy a centrar en la que tiene que ver con el comercio electrónico. Los datos principales aparecen en los cuadros adjuntos. Si en 2002 solo el 1,37% de los gallegos mayores de 16 años usaba internet para comprar, hoy estamos hablando del 18%. Además el porcentaje crece de forma no lineal: cada vez aumenta más rápidamente. Entre 2008 y 2012, casi 12% más. A este ritmo, en un lustro nos acercaremos al 50%. Los datos desagregados muestran que en las áreas urbanas el porcentaje es significativamente superior, salvo en Ferrol. Las ciudades de Vigo y Pontevedra son las más avanzadas: casi un tercio de sus residentes ya ha abrazado el comercio electrónico.

El comercio electrónico tiene sus ventajas fundamentales en el precio y la amplitud de la oferta. Unas ventajas muy relevantes en las decisiones de compra: una vez vencida la desconfianza y tras una experiencia satisfactoria, la gente se anima. Como clientes, el comercio electrónico es fantástico; como comerciantes, supone la exposición a una competencia feroz; como ciudadanos, una cuestión de la que preocuparnos. Al igual que ocurre con la globalización, lo que nos beneficia como consumidores (compramos más barato) nos puede perjudicar como productores (podemos perder el puesto de trabajo). Obviamente los colectivos no coinciden, pero desde un punto de vista social hay beneficios reales y costes potenciales significativos. En el caso del comercio, los costes potenciales aumentan por el papel articulador que desempeña el comercio del centro en la vida urbana que hoy conocemos, o por el atractivo añadido que pueden ofrecer al visitante o turista.

Urge pensar en ello. A la tradicional discusión sobre el equilibrio entre pequeño comercio del centro y grandes superficies en la periferia se le añade el vector del comercio del centro. A mi juicio, un desafío incluso mayor en el largo plazo si no se reacciona ya. Por eso es fundamental que los gobiernos locales, el autonómico y las asociaciones de comerciantes piensen y ejecuten estrategias que permitan que los diferentes vehículos comerciales convivan en el largo plazo; incluso que el tradicional pueda sacar partido de las nuevas posibilidades que da el espacio virtual y las TIC. Porque no solo hay que centrarse en las amenazas y riesgos, también en las oportunidades.

*Catedrático de Economía Aplicada de la Universidade de Vigo

@SantiagoLagoP

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