La cercanía de la fiesta de la Reconquista saca cada año del arcón municipal el capítulo de honores y distinciones. El más popular es el de "Vigués distinguido".

Hubo un tiempo en que este título lo concedía la corporación municipal en pleno, esto es, la representación de todo el pueblo. Los corporativos discernían entre lo que representaban cuando gobernaban o hacían oposición y cuando actuaban como colectivo. En este caso, debían concertar y pactar, cediendo todos, para que el acuerdo correspondiese al pueblo de Vigo.

Nunca fue fácil. No eran gobiernos de mayoría, ya que en toda la moderna historia democrática de Vigo solo hubo uno, y a veces funcionó como si no lo fuese, porque estaba dividido. Pero habían asumido que los honores y distinciones que otorga la ciudad correspondían al pleno y estaban obligados a ponerse de acuerdo.

Y, de repente, ocurrió lo indeseado: se postergó el consenso y se adoptaron los esquemas de partido. Incluso el gobierno municipal, si era bipartito actuaba como si fueran dos.

El resultado fue que, para la asignación de distinciones, los grupos se decantaron por imponer su impronta. Si antes la corporación en pleno consensuaba los nombres de los vigueses distinguidos, desde aquel momento empezaron a llevar apellido. Las siglas de los partidos.

Siguen siendo vigueses distinguidos, pero designados respectivamente por PSOE, PP y BNG. Y si en el futuro hay más siglas representadas en el Ayuntamiento, de los que lleguen. Solo falta que a la hora de entregarles el título acudan con la insignia distintiva de cada fuerza política.

Cabe suponer que todos los así designados merecen el honor del que son objeto. Pero por sectarismo de los grupos municipales, los vigueses distinguidos de esta guisa portan la rémora de la marca política. Y no debiera ocurrir.

Una encuesta - basta hablar con la gente en la calle-, demostraría que la generalidad de los vigueses está de acuerdo en que la concesión del título corresponde a la corporación en pleno. Ser vigués distinguido debe ser el resultado de un consenso. Si se produce una propuesta inconciliable, que es la causa del cambio de método de designación, la persona o colectivo que genera ese desacuerdo, no puede ser nombrada. Porque una parte significativa de la sociedad alega razones de peso, con argumentos probatorios, para impedirlo. Y el proponente debe retirar su propuesta. Así de sencillo.

¿Cuándo la corporación municipal de Vigo volverá a discernir en su toma de decisiones entre lo esencial, que une a todos, y lo accidental, que es interpretativo y partidario?

Los propios vigueses distinguidos agradecerían que, en lugar de ser elegidos por socialistas, populares y nacionalistas, lo fuesen por la corporación. Son acreedores a ese título porque con su comportamiento y méritos dignifican la ciudad, y ésta se siente dignamente representada por ellos. Es una interacción. Ellos la enaltecen, hacen más reconocible y habitable, y la ciudad se lo reconoce.

¿No merecen ser designados por la corporación en pleno y no por un partido con sus siglas? Es imprescindible el retorno a los orígenes. Existen cuestiones en las que gobierno y oposición deben coincidir.