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Crónica Política

Los ingenuos

Javier Sánchez de Dios

Pues la verdad es que, a la vista de lo que hay, y a la espera de lo que podría haber tras el debate parlamentario -del que casi nadie espera muchas mejoras para el finis terrae- parece evidente que tenían razón los escépticos en lo que respecta a la auténtica intención del Gobierno en lo que a Galicia se refiere. Y, por ello, acertaban más los que ponían en duda la viabilidad real de las promesas, y aún de los compromisos, ferroviarios o no, de Moncloa.

En este punto, y para dejar las cosas claras, conviene matizar que no se defiende aquí la existencia en el Gobierno central de una intención directa y aviesa de engañar, ni tampoco un ánimo perverso de perjudicar a los gallegos. Sólo se constata que, a diferencia de lo que sucede con otras comunidades, ésta no es prioritaria para los que están en el poder como no lo fue para algunos de los anteriores. Ese es el motivo principal de que pase lo que pasa y, a veces, de que no suceda lo que debiera ocurrir.

Los motivos por los cuales eso es así son varios y distintos, pero podrían resumirse en dos. El primero, que aquí hay poco peso e influencia política en las cosas del Estado, por más que Galicia sea, como Cataluña y Euskadi, una nacionalidad histórica. Segundo, porque a diferencia de vascos y catalanes, que a veces amagan con una rebeldía siquiera puntual, los diputados gallegos anteponen el interés de sus partidos al del país; y como eso se sabe, son predecibles y por tanto, manejables por las direcciones.

Con las cosas así, sólo los ingenuos podían esperar que los dichos de don José Blanco, por ejemplo, se ajustasen a los hechos presupuestarios. Por tanto fue ingenua la Xunta cuando su presidente, a finales de junio, dijo que con los papeles que firmó el AVE quedaba fuera del debate político. Y lo son quienes -como el alcalde de Vigo, que ayer mismo hacía una interpretación increíble de la ausencia del tramo Ourense-Vigo en las cuentas del Estado- se niegan a ver la realidad.

Y es que la ingenuidad de los dichos puede poco contra la tozudez de los hechos, y estos demuestran lo que demuestran. Verbigratia, que hay menos dinero para las infraestructuras, y que eso repercute en planes y plazos, que es lo que más importa. Y, además, que tampoco se habilita bastante para las políticas sociales, con el agravante de que al ser en Galicia más caras por razones de envejecimiento y de dispersión, el efecto colateral negativo es todavía mayor; un dato que nadie puede disimular.

¿Eh...?

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