Se quejaban al inicio de las fiestas los vecinos de Travesía de Vigo de la falta de decoración navideña, y tal vez ahora muchos de ellos lo lamenten. Mientras toda la ciudad aparece engalanada con una iluminación que rompe con décadas de apáticas lucecitas de colores, y ahora que se pone al día con una puesta en escena original, Travesía se queda atónita con unos monumentales cocoteros de colores fluorescentes, que le dan un aire surrealista a esas dos murallas de edificios con un seto central.

Decorada con tan tropicales motivos, la avenida se ha transformado en un Miami suburbial, un Caribe de hormigón armado con adoquines en lugar de fina arena, chándales en vez de bermudas e Ibizas en doble fila en el papel de descapotables. El sol no se prodiga con generosidad en el tubo de torres de Travesía, así que es la corriente eléctrica la responsable de la fotosíntesis del palmeral. Cocoteros en la avenida con menos glamour de la ciudad: ¿mal gusto, obra de arte o estética kitsch?

Las palmeras, parientes próximas del pulpo del Náutico, de los delfines de la paellera y del jersey de Evo Morales, han venido a darle el tono necesariamente polémico que ha de tener toda decoración en esta época del año, ahora que los angelotes se oxidan en el parque municipal de Santa Cristina y de las farolas ya no cuelgan luces de pastorcillos ni de otros símbolos de la más rancia Navidad. Una decoración dentro de otra o, lo que es lo mismo, una ciudad dentro de otra ciudad.

En realidad, ese espíritu contradictorio es el que le da sentido a la Travesía, con la única glorieta de Vigo sin un Belén luminoso, pero con unos cocoteros que, estas navidades, se llevan la palma.

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