Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Perfil // Susana Rodríguez Gacio

La luz tras las tinieblas

Susana Rodríguez Gacio ha forjado su carrera en el espíritu de superación que forjó desde que competía con su hermana en los juegos de la terraza de casa

Susana Rodríguez en las pistas del CGTD siendo adolescente

Susana Rodríguez Gacio culmina a los 31 años una camino que comenzó antes incluso de que naciese; en esa aldea de Sopena donde su clan familiar forjó el espíritu de superación que le han inculcado. Susana tiene un 5% de agudeza visual en un ojo y un 7% en el otro. Habita entre brumas. Sin embargo, ha sabido percibir siempre la luz que titilaba al fondo. Completada la gesta, Susana reinicia su aventura.

Con Chano, en el MQA de Navia

Con Chano, en el MQA de Navia MARCOS CANOSA

Cuenta David Ramiro desde Tokio que ayer, a la conclusión de la prueba, periodistas de varios países se agolpaban en la zona mixta, en busca de sus declaraciones. “Tenía el corazón en un puño”, reconocía Susana en inglés. Esta mujer de portada de Time el pasado mes de julio, consagrada internacionalmente como heroína contra el COVID y por la integración, apareció por primera vez en los papeles públicos el 9 de marzo de 2005. Fernando Franco le dedicaba uno de sus pellizcos en el Mira Vigo del FARO. Acababan de concederle el premio de la ONCE al mejor expediente educativo de la ESO en España. Emergía así al escenario su extraordinaria peripecia.

Portada de la revista Time el pasado julio. | // MARCOS CANOSA

Portada de la revista Time el pasado julio. | // MARCOS CANOSA armando álvarez

Susana Rodríguez Gacio es hija de maestro y médico anestesista, de quien ha heredado el gusto por el oficio y el madridismo. Sus abuelos habían labrado las tierras de Mondoñedo y poseído un colmado. Su albinismo, antes que freno, agitó ese espíritu de superación transmitido como legado. Sus padres aprendieron bien pronto a permitir que se enfrentase a los riesgos del mundo como cualquier otra niña.

Con su guía María Isabel Gallardo, en Río 2016 armando álvarez

Patricia, su hermana, fue aliada, referente y competidora. En cierto modo la primera guía de todos los que después vendrían. La pequeña Susana intentaba emular a Patricia en estudios y ejercicios. Ese oro que ya luce en su pechera se sembró en aquellos juegos fraternales en la terraza de casa. Susana pronto entendió que aunque su escasa visión la limitaba en su pericia técnica, ningún obstáculo existía para su esfuerzo; que atravesar agua y tierra solo consiste en dar otra brazada y otra zancada mientras los demás van desistiendo.

En una Subida ao Castro. armando álvarez

Ahora sorprende que haya podido cursar Fisioterapia y Medicina, licenciarse y trabajar en la especialidad de rehabilitación en Santiago. A sus íntimos ya nada les puede maravillar desde que la conocieron estudiando de manera convencional en el Rosalía de Castro, con solo el apoyo de una profesora de la ONCE dos días a la semana. En Bachillerato ya empleaba un ordenador de sonobraille, de ocho teclas y espacio, para tomar apuntes en clase. Solo reclamaba un asiento en primera fila y que el sol no incidiese sobre el encerado. Con 12 años residió durante todo un año con una familia en Inglaterra.

En una visita a Suráfrica en las Series Mundiales. armando álvarez

Susana relata esa época de aprendizaje con relativa dulzura o al menos sin rencor, pese a los malos tragos. “El balance de mi experiencia en el colegio es positivo, aunque ha habido momentos más fáciles y más difíciles, gente que entiende mejor qué es la diferencia y otros que no la entienden tanto. Estos últimos no me importan”, narraba. Si sufrió la aspereza o el acoso de algún compañero –“algunos te mira raro”–, fue casi más por esa perfección que los profesores mencionaban que por su piel nívea. No todos, claro. “Un profesor me insinuó que me buscara la vida para aprobar”, revelaba aquella adolescente en su primera entrevista. Otro comentario convertido en acicate gracias a su especial alquimia: “Estoy convencida de que quien quiere, puede”, sostenía.

Claro que saberse observada, intuyéndolo más que comprobándolo, forja el temple. “Siempre te dice todo lo que piensa a la cara”, aseguraba un amigo del colegio, Ismael. No ha de entenderse como crudeza. Desirée Vila recordaba hace poco cuando conoció a Susana, con su amputación aún reciente: “Estuvo encantadora, como es ella”. Cuando tu realidad visible concluye a tan poca distancia y se compone más de sonidos, olores y tacto, has de gestionar también la soledad y el silencio.

En su etapa escolar tras recibir el Premio Nacional de la ONCE en 2005 Miguel Núñez

No se trata de promocionarla como un catálogo de virtudes, aunque sea la imagen que trascienda en los reportajes y las publicidades. “Es raro porque tú sabes que en tu día a día no siempre eres modelo de algo. Tampoco se puede dar una imagen de perfección, de que nunca te equivocas. No es verdad. Soy como cualquier persona, tengo momentos en que todo parece fácil y lo contrario”.

Es la fe lo que la distingue. “Triunfar es reinventarse”, asegura. La dejaron fuera de los Juegos de Pekín aunque había obtenido mínima en atletismo. Decidió enfocarse en el triatlón en vez de embadurnarse en frustración igual que convirtió la quinta plaza de Río en el impulso para buscar la medalla en Tokio tras un ciclo olímpico plagado de títulos. Convivir con la presión de su condición de favorita era el reto definitivo. Su triunfo, con más de cuatro minutos de ventaja sobre la segunda clasificada, añade otro sobresaliente a su currículo.

En estas horas competía Susana por clasificarse para la final de 1.500. Ciudadana del mundo, esperaba aplazar por seguir en competición el regreso que a la vez más le apetece, que es siempre Galicia y Vigo. Aterrizará con al menos una medalla y seguramente ya otro objetivo desafiándola.

–¿La próxima Susana Rodríguez qué será? –le pregunta Anatxu Zabalbeascoa para El País.

–Es totalmente impredecible. Cuando pase el 28 de agosto, si me llamas el 29, ya tendré algo en la cabeza.

Siempre la luz asomando tras sus tinieblas perpetuas.

Compartir el artículo

stats