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Tokyo 2020 - Atletismo

Ana Peleteiro piensa en grande

Peleteiro, durante su segundo salto. EFE

La gallega se clasifica con solvencia para la final de triple del domingo con el mejor salto de su vida al aire libre

Ana Peleteiro confiesa que visualiza desde hace tiempo la medalla olímpica porque esa es la primera condición para ganarla algún día. En eso –ejerciendo de su condición de celtista–, coincide con Eduardo Berizzo que decía aquello de que “para que sucedan cosas, primero hay que soñarlas”. La calificación de ayer le dio más motivos para creer en cualquier cosa. El domingo (13:20 en España), a la hora del vermú, se jugará la posibilidad de subir por primera vez a un podio olímpico. Se ganó ese derecho en el segundo salto, que le permitió irse a los 14,62 metros lo que supone la mejor marca de su vida al aire libre (solo superados por los 14,73 en pista cubierta). La prueba de que llega a la cita en el mejor momento de su carrera. Ella e Iván Pedroso, su entrenador y guía espiritual, trazaron un plan minucioso para ir aumentando el nivel de sus saltos hasta llegar a Tokio en plenitud. Y así ha sucedido.

Cada semana la de Ribeira ha ido subiendo sus prestaciones, ajustando sus concursos y logrando marcas cada vez más ilusionantes. A Japón llegaba con la novena mejor marca de la temporada de las participantes y la “obligación” (por estado de forma, marcas y experiencia, pese a que era su primera experiencia olímpica) de clasificarse para la final. Nada la perturbó. Hace tiempo que aquella Ana Peleteiro que temblaba en las calificaciones y pegaba sonoros “petardazos” pasó a la historia. Hoy es una atleta de una solvencia ejemplar. En el primer salto se quedó a unos pocos centímetros de la clasificación directa para la final (se pedían 14,40 metros). Un simple gesto de disconformidad por los 15 centímetros que se había dejado en la tabla, pero de inmediato dirigió la mirada a Pedroso asintiendo con la cabeza, transmitiendo que sabía dónde había estado el error. No era una pose. En el segundo intento todo fluyó de maravilla. Batida perfecta y vuelo solvente más allá de la línea que marcaba la calificación. Trabajo hecho. Recoger la mochila y marchase del estadio a descansar de cara al domingo cuando no serán suficientes esos 14,62 de ayer. Para lograr la medalla parece claro que posiblemente habrá que irse por encima de su récord de España. Ayer su marca fue la segunda de todas las clasificadas, aunque es verdad que muchas de sus rivales por el podio solventaron la clasificación en el primer intento y sin necesidad de exprimir sus cuerpos. Son los casos de la portuguesa Mamona, de las jamaicanas Ricketts y Williams o de la cubana Povea. Ellas son las rivales para acceder a los cajones que habrá por debajo del de Yulimar Rojas que compite solo contra sí mismo y contra el récord del mundo de Kravets de 15,50. La venezolana, compañera de Peleteiro en Guadalajara, donde Pedroso tiene instalado su cuartel general, ayer dio una muestra de su inmensa clase. En el primer intento, sin dar sensación de tensión, se dejó una eternidad en la tabla, pareció no estirar los tres saltos y aún así alcanzó los 14,77 metros. Y se puso a bailar en la pista. Ella es una de las grandes estrellas del atletismo mundial y, aunque su cosecha sea de un solo oro, también lo será de los Juegos de Tokio. Ponerle la guinda con un récord del mundo lo haría ya perfecto.

Peleteiro, durante susegundo salto.

Peleteiro, durante susegundo salto. EFE

“Estoy muy contenta por esta marca personal. No puedo pedir más para la clasificación. La final, el domingo, será otro rollo, y todas irán a luchar con garras y dientes. Yo también, que iré con garras, dientes y cuchillos”, aseguró Peleteiro luego a los micrófonos de Televisión Española. La atleta gallega destacó el ambiente vivido en la pista, que es “brutal”, y aseguró que pese a no albergar público la sensación es “increíble”.

Belén Toimil pagó su inexperiencia y se quedó lejos de meterse en la final de lanzamiento de peso

Belén Toimil lanza el peso durante la calificación. EFE

Con peor sensación se fue de la pista la otra gallega en acción. Belén Toimil, que esta temporada llegó a lanzar el peso hasta los 18,80 metros (la marca que se pedía para la final aunque le hubieran valido bastantes menos centímetros), se quedó muy lejos de su objetivo. No tuvo el día, pero a que confesó que las sensaciones que tenía eran muy buenas y que tenía la impresión de que no acusaba la tremenda experiencia que suponía estrenarse en la cita olímpica. Dos nulos la condicionaron en exceso. En el último intento, por miedo al tercer nulo, estuvo lejos de su mejor ejecución. Y dijo adiós a los Juegos entre lágrimas, visiblemente emocionada, y lamentando la experiencia porque se sentía en buenas condiciones para estar en la final. “Es una pena porque me encontraba muy bien y sabía que podía hacer la marca que pedían. No fueron nervios, estaba tranquila, pero no me salió. Lo intenté a muerte, salieron dos nulos por fallos de la técnica, y me da pena porque sé que soy capaz de hacerlo mucho mejor”, decía mientras lloraba y reía al mismo tiempo. El domingo cruzará los dedos para que la suerte y el talento acompañen a Peleteiro en la final. Justo a la hora del vermú en Galicia, como le gusta decir.

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