Liberados de la amenaza que suponía para sus aspiraciones olímpicas Javi Gómez Noya -triste ausente de Río tras romperse el radio de su brazo izquierdo en un entrenamiento en Lugo-, los Brownlee convirtieron la prueba de triatlón en su particular cortijo. Una carrera cuyo guión se conocía desde hace meses y que nadie fue capaz de cambiar no se sabe si en un ejercicio de impotencia o de falta de estrategia. En la anunciada emboscada cayó Mario Mola, principal baza del equipo español, víctima del descomunal ataque que los hermanos de Leeds protagonizaron nada más salir del agua para castigar a todos aquellos que como él sufren en el primer segmento de la prueba. No se esperaba otra cosa. Aficionados a competir sin freno, los Brownlee se encerraron este año en los Alpes para llegar al 18 de agosto en plenitud de condiciones para reventar la carrera desde el primer momento. Y luego, no volver la vista atrás. Es como más felices se sienten. Ayer llevaron el plan al extremo con el principal objetivo de descolgar cuanto antes a Mario Mola, tan rápido como Gómez Noya o Alistair Brownlee en la carrera a pie. Sin el gallego en escena, el mallorquín parecía su principal amenaza junto a Richard Murray -otro atleta consumado- o el enigmático Vincent Luis que apenas ha competido esta temporada y que después de sus grandes resultados la pasada campaña podía convertirse en un importante peligro.

Los Brownlee, en cuanto pusieron de nuevo el pie en la playa, salieron disparados hacia la bicicleta. Allí se reunieron los dos hermanos con los principales especialistas a nado como Varga o Fabian. Un grupo de apenas diez unidades que se lanzó a la carretera como si aquello se fuese a resolver en un esprint. Mola salió apenas a diez segundos de los británicos y se subió a la bicicleta a quince de estos. Era el momento decisivo de la prueba. En la capacidad del español para unirse al primer grupo se encerraban casi todas las dudas de la prueba. Los Brownlee ascendieron por primera vez el repecho que adornaba el circuito de ciclismo desatados, convencidos de que nada les apartaría del doblete si conseguían desconectar a sus perseguidores. Vincent Luis se unió a ellos en el esfuerzo y juntos alcanzaron una diferencia de 24 segundos al concluir la primera de las ocho vueltas que habían de dar al circuito en bicicleta.

La situación comenzó a ser alamante porque Mario Mola no encontraba socios en el numeroso grupo de atrás. El recorrido tampoco ayudaba en exceso a esa tarea. Una subida de cabras, un descenso rápido y con varias curvas peligrosas. El grupo de los Brownlee fue abriendo hueco ante la impotencia de sus perseguidores. La diferencia no paraba de crecer mientras se apagaban las posibilidades de Mola y de sus compañeros de grupeta. Los Brownlee no aflojaron un instante, no dieron una oportunidad. Tiraron y cuando se pusieron a correr ya sacaban un minuto y medio. Lo tenían en el bolsillo. Vincent Luis se puso a su lado y amenazó con aguarles la fiesta, pero al final se demostró que no llegaba en las condiciones que algunos de sus rivales temían. Pronto se descolgó y el duelo quedó en un mano a mano fraternal. Los dos hermanos compitiendo por ser campeones olímpicos. Y el más fuerte se demostró una vez que era Alistair que repitió el título olímpico conseguido hace cuatro años en Londres contra Javi Gómez Noya. Allí el gallego impidió la fiesta completa de los Brownlee. Ayer no hubo nadie que pudiese impedirla. Su gran amenaza estaba lejos, con el brazo recién operado, pensando en si cuatro años pasan lo suficientemente rápido.