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Ismael Serrano Cantautor

“Soy un tipo obsesionado con los relatos”

El cantautor madrileño actúa la semana que viene en el Teatro Afundación de Vigo

Ismael Serrano.

“No soy el cantautor que viene a ordenarte la vida”, se declara Ismael Serrano (Madrid, 1974) en “No soy”, el tema que abre su último disco de estudio. Toda una declaración de intenciones de un artista que celebra sus bodas de plata en la música. Creado durante la pandemia, “Seremos” habla del futuro en un momento en que la vida parecía haberse detenido y desmitifica la figura del cantautor. Cuenta, además, con colaboradores de artistas como Pablo Alborán, Clara Alvarado, Lirus, Ede y Jimena Ruiz Echavú. El día 18 lo presentará en el Teatro Afundación de Vigo (20.30 horas) acompañado en el escenario por Jacob Sureda (piano) e Irene Rouco (cello) en un concierto íntimo y personal que habla de sueños incumplidos, la felicidad, el amor, el paso de tiempo, el éxito y el fracaso mientras se parodia a sí mismo y recorre su discografía.

–Este es su primer disco de estudio en siete años. ¿Le ha costado reencontrarse con la escritura?

–En los dos discos recopilatorios que hice entre medias hay cinco o seis temas inéditos, escribí un libro de relatos, una obra de teatro, canciones infantiles… Simplemente se dio así y cuando nos íbamos a poner a trabajar, vino la pandemia y mi estado de ánimo determinó qué tipo de canciones quería hacer y la dirección que iba a tomar el disco. El título, “Seremos”, tiene vocación de futuro en un momento en el que hacer planes de futuro era un tanto difícil. Pretendía hacer una llamada a levantar la mirada y a entender que el futuro seguía estando ahí y que llegaría más pronto que tarde aunque pareciese que la vida se había quedado detenida en el tiempo. Escribí canciones que me conectaban con esa vida que se había quedado detenida en el tiempo, pero también hay canciones que son el resultado de preguntarse en qué momento vital está uno, sobre la construcción del personaje de cantautor, sobre los cuidados, la desinformación y el amor, siempre desde una mirada diferente.

–La desinformación es un fenómeno en auge. Lo estamos viendo durante la pandemia.

–La pandemia ha agudizado la utilización del bulo para manipular el ánimo de la gente, pero creo que también ha detectado cómo las campañas de bulos se emplean para desinformar y manipular en busca del rédito político. La gente empieza a ser consciente de que tiene que cuestionarse la información que a veces le llega, sobre todo a través de las redes sociales.

"En el imaginario está la imagen del cantautor como alguien con una superioridad moral cuando en realidad solo es un tipo asustado que escribe canciones para sentirse menos solo"

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–¿También ha acentuado nuestra vulnerabilidad?

–Estamos atravesados por un trauma del que aún no somos conscientes como sociedad porque aún estamos inmersos en la pandemia. Aún está ese miedo soterrado, ese estrés permanente con el que abordamos cualquier actividad cotidiana, desde ir a un evento cultural a hacer la compra. Creo que nos ha fragilizado en muchos aspectos. Estamos más susceptibles y de ahí que haya cierta crispación en el ambiente porque el miedo conduce a la crispación y hemos estado muy asustados, pero si algo ha marcado este tiempo es la pérdida de control de nuestras vidas. Somos felices en tanto y cuanto podemos hacer planes y tenemos expectativas de cumplirlos, y esto se nos ha arrebatado.

–El disco cuenta con voces como la de Pablo Alborán. ¿Cómo surgen estas colaboraciones?

–Creo que de la necesidad de sentirme acompañado en un momento en que era muy difícil reunirse. De hecho, muchas canciones tuvimos que grabarlas por separado. Las colaboraciones siempre responden a un criterio artístico. A veces me encuentro con que una canción necesita la voz de esa persona. En el caso de Alborán, sabía que le iba a dar esa carga de verdad que le da a todo lo que canta.

–Esta gira no se construye en torno a un concierto convencional, es casi una propuesta teatral.

–Soy un tipo obsesionado con los relatos. Para mí una canción es un relato; la vida es un relato, vivimos nuestra vida porque de alguna manera queremos escribir un relato y uno decide, en la medida en la que puede, qué tipo de relato quiere; y un concierto es un relato aunque no siempre lo sea de una manera explícita. A mí me gusta buscar un hilo argumental que me ayude a enlazar y contextualizar las canciones porque esto me permite transitar por mi discografía y ver el lugar donde están las canciones en este momento.

–También se autoparodia. ¿Es un ejercicio de autocrítica?

–Creo que la mejor forma de reivindicarte es tomarte poco en serio. Yo reivindico la canción de autor, pero creo que para poder hacerlo primero hay que desmitificar al personaje, que a veces devora a la persona. En el imaginario popular está la imagen del cantautor como alguien circunspecto y terrible, un tipo con una superioridad moral que nos dice cómo tenemos que vivir, lo que no le hace justicia porque, en realidad, solo es un tipo asustado que escribe canciones para sentirse menos solo.

–Echando la vista atrás, ¿qué balance hace de estos 25 años?

–Dedicándome a lo que me dedico y haciendo el tipo de música que hago, seguir en la carretera es todo un privilegio porque la canción de autor compite de forma muy desigual con otros géneros. El algoritmo de las plataformas musicales no nos sitúa en los primeros puestos ni de las listas ni de las búsquedas y tampoco sonamos en las radio fórmulas.

"La música sigue teniendo un poder terapéutico para mí. Sigo componiendo para sobrellevar mis miedos, mis traumas, mi vertigo"

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–¿Hay que ser un poco idealista para ser cantautor?

–Puede ser. Lo que echo en falta en la música es apelar al ‘nosotros’. O bien practicas el escapismo y cantas temas para olvidarte de la realidad o bien te miras el ombligo y cantas la enésima canción de amor donde tú estás todo el rato en el centro, victimizándote y diciéndote cuánto sufres. Falta cantarle al nosotros, a los anhelos colectivos; falta entender que en los paisajes compartidos hay una poesía de la que no siempre somos conscientes.

–¿Qué queda del Ismael Serrano que cantaba “Papá cuéntame otra vez”?

–La música sigue teniendo un poder terapéutico para mí. Sigo escribiendo para sobrellevar mis miedos: a la soledad, al paso del tiempo..., mis traumas, mi vértigo... La música nos hace sentir más fuertes ante la adversidad y esto sigue teniendo valor para mí. Y sigo creyendo en lo que hago y pensando que la carrera musical es como montar en bici: si dejas de pedalear, te paras. Y me ratifico en mis compromisos éticos e ideológicos.

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