Hassane quiere volver a “casa”

El mauritano por el que la parroquia de Aldán se movilizó en 2009 para evitar su repatriación, vive “tirado” en su país por un armador de Burela que nunca más fue a recogerle

El Hassane Moctar, aye,r en la playa de Nuackchot, en Mausitania, comprando pescado.  | // FDV

El Hassane Moctar, aye,r en la playa de Nuackchot, en Mausitania, comprando pescado. | // FDV / Cristina González

En 2009, vecinos de Aldán se movilizaron y lograron evitar la repatriación del joven marinero mauritano, El Hassane Moctar Gaye, que había entrado en España de forma ilegal en un cayuco, y que después de un periplo por diferentes rincones del país acabó acogido por una familia de esta parroquia canguesa, en la que se integró como uno más. Catorce años después y desde Mauritania se sigue refiriendo a sus “abuelos”de Aldán. Asegura que un armador de Burela le dejó tirado en Mauritania en 2013 porque en altamar le iba a caducar el permiso de residencia. Suplica por volver a Galicia.

Entre sollozos y desde Nuakchot, la capital de Mauritania, a más de 2.400 kilómetros de distancia de la que fue su casa de acogida en la parroquia de Aldán, que se había movilizado hace 14 años para evitar su repatriación, El Hassane Moctar Gaye no puede entender por qué el armador de Burela, en cuyo barco espadero “Siempre Nuevo Ángel” trabajaba, no volvió a por él en Cabo Verde e incluso le llegó a decir “Muérete en el desierto, no quiero saber nada más de tí”. Quizás estas palabras, cuando tanto se debate en España sobre el racismo, sean todavía más condenables que cuando las tuvo que escuchar este marinero mauritano en 2013, querido y apreciado como buena persona y gran trabajador en Cangas, que clama por poder recuperar su permiso de residencia en España y regresar a Galicia para darle la educación que quiere a su hijo de 6 meses que ha tenido con su actual pareja Fatou Souleye. Hassane tiene otros dos hijos de una relación anterior, que ahora tienen 20 y 18 años -él ya trabaja de marinero y ella está con su madre-, y que tuvo que dejar cuando decidió embarcarse en un cayuco en busca de un futuro en España.

El marinero mauritano ante uno de los cayucos en donde trabaja en la pesca en su país.

El marinero mauritano ante uno de los cayucos en donde trabaja en la pesca en su país. / Fdv

Desde que el armador de Burela no regresó a por él en 2013, vive en Mauritania, en la capital, con su actual mujer y su hijo de 6 meses, dedicándose también a la pesca, pero en un país en donde reconoce que “no encajo” y en donde dice que “no hay futuro”.

Venta de pescado en la playa de la capital de Mauritania.  | // FDV

Venta de pescado en la playa de la capital de Mauritania. / Fdv

Pese a todos estos años, no se ha olvidado del castellano que mezcla también con el gallego: “O que máis deseo na miña vida é volver”, aseguraba ayer en medio de un gran ruido en la playa de Nuakchot, que hace de puerto de bajura, mientras intentaba comprar algo de pescado para revender y llevar algún dinero a casa. Vive en un piso con dos habitaciones, cocina y salón, pero asegura que la inseguridad es tan grande que es imposible que haya futuro: “Me gusta trabajar, estar con mi hijo en mi casa, sin miedo”.

Hassane quiere volver a “casa”

Hassane con su hijo pequeño en brazos. / Fdv

Suele trabajar habitualmente como patrón de un cayuco de pesca, en donde navega con unos 30 tripulantes, aunque debido a una lesión en el hombro, estos días no puede hacerlo y compra el pescado que puede -sardina o jureles- en la orilla. Cuando zarpan suelen hacerlo por un día, dependiendo de la luna: “Si está llena salimos por la mañana y regresamos de noche. Si no, podemos estar dos días en el mar”.

Hassane quiere volver a “casa”

Hassane con su esposa en Mauritania. / Fdv

Ahora ya no puede más. Si no pidió auxilio antes es por las dificultades de comunicación, de hecho, su teléfono estuvo sin internet durante varios días y ayer, finalmente, pudo acceder a uno. Asegura que él se embarcó en el espadero de Burela en enero de 2012, que al principio era por unos meses, pero el armador le pidió seguir y así estuvo año y medio, por eso que en altamar le coincidió que le caducó el permiso de residencia. Asegura que el armador le bajó en el puerto de Cabo Verde para que arreglara la documentación de su pasaporte en Mauritania y que después regresaría a por él. Hassane asegura que el armador se había comprometido a mandarle los papeles de su permiso de residencia.

Hassane quiere volver a “casa”

Modelo de cayuco en el que trabaja Hassane en Mauritania. / Fdv

Pero dice que nunca más volvió a por él y le mentía continuamente diciendo que el barco no iba a puerto, que seguía en altamar. Con ayuda de un amigo caboverdiano que trabajaba en la descarga, comprobó que el barco sí estaba en puerto y cuando se lo trasladó al armador, fue cuando éste le respondió: “Muérete en el desierto”.

Arriba, Hassane, en 2009, en Aldán y vecinos. Izd., su título de pesca. Dcha. y abajo, con su hijo pequeño y su esposa; y más abajo, un cayuco en los que trabaja.   | // FDV

Arriba, Hassane, en 2009, con su familia de acogida y vecinos. / G.N.

Su familia de acogida en Aldán vive con preocupación su situación. Su “abuelo” Pepe Dacosta, al que adoraba y que le dio tantos consejos para que siempre fuera con la verdad por delante, falleció hace cuatro años, una pérdida que le dolió mucho a Hassane, como asegura Lolita Dacosta. La “abuela” de Hassane en Aldán, Josefa, sigue residiendo en la parroquia y pendiente de lo que va sabiendo el resto de la familia. Su nieto Isaac Veiga, que fue el que había conocido a Hassane en Bueu cuando estudiaba en la Escuela Náutica Pesquera, y que después vivió con él en una casita dentro de la finca familiar en Aldán, no soporta el sufrimiento que pueda estar soportando su amigo. Él le vio trabajar reparando redes de pesca, ayudar con la carretilla a todos los vecinos de Aldán que lo necesitaban y también vio la dureza y crueldad del trabajo en el mar cuando“por ser negro abusaron de él y no le pagaban o le trataban como esclavo. La gente en el mar se pasa mucho”, asegura este vecino que regenta un restaurante en la parroquia y que está dispuesto a facilitar trabajo a Hassane para que regrese.

El mauritano fue portada de los medios de comunicación en marzo de 2009 cuando, tras llegar a España en cayuco en 2006, y después de intentar trabajar por varias partes del país, en Almería y Cataluña llegó a Galicia, primero a Vigo y después a Marín. Allí, por casualidades de la vida, un marinero con el que había trabajado en altamar le vio desde un coche y le gritó para saludarle: “Hassane, sonManolo”. Ahí encontró su primera mano amiga, que vino después de Cáritas en donde le ofrecieron matricularse en la Escuela Náutica de Bueu y en esta localidad conoció al hijo de la familia de Aldán que finalmente le acogería y en donde se integró y le querían como a uno más.

Hassane quiere volver a “casa”

Su título de formación pesquera obteniod en la Escuela Náutica de Bueu. / Fdv

Cuando le llegó la orden de repatriación, se generó un movimiento vecinal de apoyo a Hassane que llevó, incluso a decenas de vecinos a acudir al Juzgado Contencioso de Pontevedra cuando iba a ser la vista. Hassane tenía entonces 24 años -hoy tiene 44-. Finalmente, la justicia se posicionó a su favor y Hassane pudo quedarse en España.

Tras aquello siguió su vida, sin desvincularse nunca de la familia de Aldán, alquiló una vivienda en Cangas con otro amigo y estuvo trabajando en la bajura, amparado por su título de la Escuela Náutica. Y en 2012 le llegó una oferta para embarcarse en la altura, en un espadero de Burela, por el que podía ganar unos 1.500 euros al mes. De aquella campaña asegura que sólo recibió 3.500 euros, que además el armador ingresó en la cuenta de su hermano que trabaja en Barcelona; y añade que dejó por pagarle unos 20.000.

Asegura que todo son impedimentos para poder conseguir el visado en la Embajada en donde señala que ya ha pagado 25.000 uguiyas (moneda en el país que equivalen a unos 600 euros), quedando sus papeles “en un cajón”.

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